
No solo en partidos de fútbol declarados de alto riesgo, también en lugares donde el trabajo cotidiano de un vigilante se torna en un trabajo de alto riesgo, como por ejemplo en Metro, al vigilante se le dota de una defensa. Lo mismo se tendría que enseñar a través de formación especifica el cómo se utiliza de manera eficiente como defensa, como su propio nombre indica y no que se utilice como Dios le da a entender a cada uno o le sea arrebatada y utilizada en su contra.
Seguramente otras armas disuasorias no evitarían una agresión, pero el reglamento de seguridad privada, por cierto durmiendo el sueño de los justos (en el cajón del político o técnico de turno) tendría que aplicarse de una vez y dejar claro ya los supuestos en los que el vigilante de seguridad ostenta el carácter de agente de la autoridad, para ampliar algo más su protección y la pena para los agresores, ya que ahora les sale prácticamente gratis.
Está claro que la categoría de agente de la autoridad, en colaboración con los CyFSE, no evitaría las agresiones (a los policías también les agreden) pero al menos el que incurra en la agresión sabe que la misma no quedará en un simple tirón de orejas.
Lo dicho, nos solidarizamos con los compañeros agredidos ya prácticamente cada día. Lamentablemente, ha dejado de ser una anécdota y por ello pedimos que, de una vez por todas, se dote al vigilante de seguridad de protección jurídica, física y formativa, para que el desempeño de la misión de proteger al resto de ciudadanos en colaboración con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, no se convierta en un jugarse su integridad física cada hora y día de servicio.