La invasión prematura cogió desprevenido al dispositivo de seguridad del Estadio de Gran Canaria este domingo en los minutos finales del partido de fútbol entre la UD Las Palmas y el Córdoba CF.
Cogió “desprevenido por completo” al dispositivo de la Policía Nacional y de seguridad privada diseñado por la junta de seguridad, que esperaba que el público se echara al césped al finalizar si el club canario conseguía finalmente su propósito de subir a Primera División. Lo reconoce el responsable de seguridad de la UD Las Palmas, Lino Chaparro, que culpa exclusivamente de los incidentes a las personas que se lanzaron al terreno de juego minuto y medio antes de que el árbitro pudiera dar por concluido el choque.
Nadie acierta a dar una cifra exacta del número de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) desplegados en el estadio. Porque si en los primeros minutos una fuente del club canario aseguró que eran 80, su responsable de seguridad dice desconocerlo porque no es un dato que se facilite nunca. Eso sí, Chaparro confirmó la pasada noche que a pesar de que la Subdelegación del Gobierno impuso a la UD que contara con 80 vigilantes de seguridad, el número se acercó a los cien.
Fuentes de la directiva de la UD eran mucho más críticas que su responsable de seguridad. “Nuestra empresa de seguridad sólo complementa a la Policía”, insistían desde estos ámbitos, “y según la Ley del Deporte, es la Policía la responsable de dirigirlo todo”. Esas mismas fuentes aseguran que los agentes de la UIP sólo se desplegaron frente a la grada de tribuna, cuando la invasión fue principalmente desde la grada sur y la curva. Lino Chaparro, por su parte, insiste en que, aun así, “hubiera sido imposible aplacarlos”. “Nos habrían hecho falta 1.900 policías para repelerlos, y eso es imposible”.