Ramírez, dueño de la empresa de seguridad privada que opera en el estadio de Gran Canaria, afirma que tienen "la conciencia tranquila" porque hicieron todo lo que estaba en sus manos
El presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, ha defendido este miércoles las medidas de seguridad adoptadas en el partido del pasado domingo contra el Córdoba, en el que una invasión de público obligó a detener el juego durante siete minutos, minutos antes de que concluyera el encuentro.
El máximo mandatario del club ha explicado en rueda de prensa lo ocurrido en el tiempo añadido del encuentro y ha afirmado que, tras dos reuniones para los protocolos de seguridad, se decidió desplegar el número de policías y vigilantes que se asigna a los partidos declarados de alto riesgo, aunque éste no lo era.
Ramírez, dueño de la empresa de seguridad privada que opera en el estadio de Gran Canaria, ha dicho que tienen "la conciencia tranquila" porque hicieron todo lo que estaba en sus manos y que la Fiscalía no va a tomar medidas contra la Unión Deportiva.
Ha comentado que en un partido normal suele haber "entre 40 y 45 miembros de la seguridad privada" y que, en el del pasado domingo, la primera cifra de 80 decidieron aumentarla a 100, aunque desconoce el número exacto de efectivos de la Policía que había.
Ha detallado que se desplegaron 25 vigilantes para las gradas Curva, Naciente y Sur, más un refuerzo de 20 específicamente para la Naciente, donde se ubican los hinchas más radicales.
Además, ha informado de que había otros 25 vigilantes cerca de la entrada a vestuarios y al edificio de servicios, más 23 personas en todo el perímetro del campo, como puertas, vías de acceso peatonal y rodadas, y otras siete en el edificio de palcos.
También ha dicho que se abrieron las puertas del estadio "en el minuto 88", para que "salieran las personas, no para que entrasen", pero que desconocía lo que estaba ocurriendo fuera del recinto, "una avalancha preparada" porque las cámaras las controla la Policía desde la Unidad de Control Operativo, y la UD Las Palmas no tiene acceso a esas imágenes.
"Teníamos previsto que iba a haber una invasión, porque era muy difícil de controlar", ha reconocido, y ha subrayado que un mayor número de efectivos tampoco hubiese evitado el problema.
Pero ha matizado que "la gente quería colocarse lo más cerca posible para saltar al césped, porque al campo solo entraron dos personas que fueron reducidas y expulsadas del estadio".
También ha dicho que la situación provocó un "efecto llamada" y que no solo saltaron a las pistas de atletismo los que entraron desde la calle, "sino también muchas personas que estaban dentro viendo el partido". De los que saltaron, "un 40 por ciento eran menores", ha apuntado.
Según Ramírez, la intención de los vigilantes era "apaciguar los ánimos" y no emplear la fuerza, para evitar una batalla campal y garantizar la seguridad de jugadores, técnicos y trío arbitral. Por ello, se situaron cerca de los vestuarios "para formar el cordón policial pactado y que pudieran entrar sin problemas".
El presidente ha recordado que bajó al campo para hablar con el árbitro "y evitar que suspendiera el partido". "Porque, con la nueva ley, podríamos haber perdido el encuentro en ese momento", ha dicho.
Después, una vez reanudado el juego tras siete minutos de parón, ocurrió "lo peor que podía pasar", que el Córdoba marcó en un fallo defensivo de Las Palmas "por falta de oficio, porque la situación sacó del partido a nuestros jugadores", ha reconocido.
Por otra parte, ha hecho hincapié en que "cesen los actos que no conducen a nada", porque desde las redes sociales están "tomándose la justicia por su mano con agresiones y palizas a los chicos que saltaron". También ha pedido a la Policía que identifique a las personas que invadieron el campo para impedirles entrar más al estadio.
Ramírez confirma que hubo lesionados, pero que afortunadamente "no hubo que lamentar nada irreversible", y ha anunciado que a partir de la próxima temporada endurecerán las medidas en los accesos al campo, con la prohibición de entrar comida o botellas porque lo ocurrido fue "una vergüenza que no vamos a tolerar".
Por último, ha asegurado que, si la próxima temporada se viviera una circunstancia igual, "no volvería a pasar", porque nadie saltaría al campo viendo las consecuencias que ha tenido, el no ascenso a Primera del equipo amarillo en la última jugada del partido. "Es el mayor castigo que podíamos recibir", ha subrayado.