El joven que denunció a dos vigilantes por detenerlo ilegalmente y atarlo a una barandilla niega que hubiera intentado agredirlos.
El joven que denunció que unos vigilantes de seguridad le ataron con unos grilletes a una barandilla por un incidente sin importancia, en la Nochebuena del 2008, declaró ayer en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial que «pasé los peores momentos de mi vida, porque me vi en esa situación sin haber hecho nada, y los hechos me superaron».
Por su parte, un agente de la Policía Nacional, que declaró como testigo, calificó de «desproporcionada» la actuación de los dos vigilantes, ya que, como aseguró, el joven no había cometido delito alguno, «por lo que no había ningún motivo para ponerle las esposas».
La víctima asegura que todavía tiene la marca de los grilletes
La vista oral comenzó con la declaración del primer acusado, J.F.M, quién admitió que puso los grilletes al chico, que en ese momento tenía 18 años, pero negó que lo atara a una barandilla del Museo Arqueológico de Murcia. Explicó que los hechos se produjeron después de que uno de los chicos diera una patada a una de las casetas instaladas en esos días en el paseo de Alfonso X El Sabio. Un incidente que llevó a otro vigilante a alertar a su compañero. Éste manifestó ayer al tribunal que cuando llegó al lugar encontró en el suelo al guarda de seguridad y a uno de los jóvenes en un estado «muy agresivo». Tanto es así que señaló que «me dio un empujón e intentó hacerlo de nuevo, además de proferir constantes amenazas. Temí por mi seguridad, por lo que llevé a cabo un procedimiento normal».
Un agente de la Policía Nacional califica de «desproporcionada» la actuación de los guardias
El segundo denunciado, J.M., aseguró, en la misma línea, que tuvo que intervenir porque los jóvenes con los que iba el denunciante le lanzaron vasos con bebida y le empujaron, haciéndole caer al suelo. Y desmintió que en algún momento viera a la víctima esposada a una balaustrada.
J.M. recordó además que este joven, al que supuestamente retuvieron de forma ilegal, regresó una semana más tarde al lugar del suceso y le agredió, actuación por la que el denunciante fue juzgado y condenado a pagar una indemnización.
El chico, que no denunció los hechos de los que fue víctima hasta pasados dos años, explicó seguidamente que no lo hizo antes porque «lo ocurrido me superó y, además, creía que la denuncia había que presentarla en ese momento; pero cuando mi abogado me dijo que todavía había tiempo, así lo hice». También rechazó haber agredido a los guardas.
El testimonio de los dos acusados quedó en evidencia cuando el fiscal les preguntó sobre los motivos por los que, en las declaraciones prestadas después de que sucedieran los hechos, los vigilantes no habían aludido en ningún momento a la actitud violenta del joven, ni a que les hubiera agredido.
Además, los dos profesionales de la seguridad mantuvieron ayer que los chicos que golpearon la caseta llegaron a romperla, algo que tampoco indicaron a lo largo de todo el proceso de instrucción de las diligencias.
El fiscal, finalmente, imputó a cada uno de los acusados un delito de detención ilegal y pidió 18 meses de prisión e inhabilitación especial para ejercer actividades relacionadas con la seguridad privada, mientras la acusación particular elevó la petición de condena a tres años y medio de cárcel para cada uno.