21 de noviembre de 2013

Dos acusados de matar a un vigilante no declaran pese al ADN que les culpa

Sevilla, 20 nov (EFE).- Dos hombres de nacionalidad rumana, que se enfrentan a 28 años de cárcel por asesinar con ensañamiento a un vigilante de seguridad para robar cobre en Marchena (Sevilla), se han acogido hoy a su derecho a no declarar después de que la Fiscalía aportara una prueba de ADN que les incrimina.
El juicio contra los acusados Adi D., de 24 años, y Marius L.C., de 25 años, ha comenzado hoy en la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla, donde su defensa ha pedido la nulidad de la prueba de ADN porque fue obtenida sin que tuvieran asistencia letrada y luego fue comparada con unos restos hallados en el móvil de la víctima y otras prendas.
La Fiscalía de Sevilla, sin embargo, aportó al tribunal otro resultado de un ADN indubitado hecho en una causa que los acusados tuvieron en Almendralejo (Badajoz), que ha sido aceptada por el tribunal como prueba.
Los dos acusados se han acogido a su derecho a no declarar y un compañero de trabajo de la víctima, que lo encontró agonizante, ha relatado el ensañamiento del crimen pues los acusados le clavaron un punzón en el ojo y le introdujeron las hombreras de su uniforme en la boca para impedirle respirar y pedir auxilio.
Según la Fiscalía, los dos acusados, en compañía de otros dos ciudadanos rumanos que están huidos de la justicia, intentaron un primer robo a las 19.15 horas del día 24 de noviembre de 2009, pero la intervención del vigilante José Antonio Jiménez Ceferino, de 32 años, impidió la consumación del delito.
Unas horas después, hacia las 3 horas de la madrugada del 25 de noviembre, volvieron a entrar en la planta fotovoltaica de Marchena, y en esa ocasión sorprendieron al vigilante sentado en su vehículo.
El testigo ha explicado que después de que su compañero le relatara el primer intento de robo se quedó intranquilo, por lo que a las 4 de la madrugada se desveló y le llamó tanto a su móvil corporativo como personal, que estaban apagados.
Entonces acudió a la planta fotovoltaica, donde encontró a su compañero agonizante y ensangrentado, maniatado con sus propios grilletes y tras haber sufrido una paliza que le causó numerosos traumatismos en la cara y labios y fracturas de la base del cráneo, cúbito, radio y rodillas.
La víctima no pudo superar las lesiones y falleció el 19 de enero de 2010.