10 de abril de 2016

La empresa de seguridad del AVE obligaba a quien contrataba a firmar 20 folios en blanco

Alcor está siendo investigada por el Juzgado número 2 de Monforte de Lemos por ocho delitos diferentes, entre ellos fraude fiscal, falsedad documental o contra los trabajadores
Los directivos de la empresa de seguridad Alcor, que vigila los explosivos y las herramientas que se utilizan para construir el AVE Madrid-Galicia o la Y vasca, obligaban a los trabajadores a firmar entre una decena y una treintena de folios en blanco en el momento de la rúbrica del contrato. Así lo ha declarado un grupo de empleados el pasado 4 de marzo ante la Unidad de Seguridad Privada de la Policía Nacional, que investiga a la mercantil por ocho delitos en el marco de la causa que dirige el Juzgado número 2 de Monforte de Lemos (Lugo), localidad en la que está incardinada la sede central de la compañía.
Los declarantes aseguraron que cuando les llamaban para ocupar un puesto de vigilante de seguridad en la empresa, todos ellos se desplazaban a las oficinas de la sociedad, donde mantenían una entrevista con un directivo. Posteriormente, este último les obligaba a firmar, junto al contrato, un montón de folios en blanco. Según J. L. C. L., que ejerció como vigilante de explosivos en la construcción de la Y vasca, estas hojas eran utilizadas luego por la empresa para "coaccionar a los trabajadores" en caso de que estos expusieran alguna queja.
A. S. Z., por su parte, explicó a los investigadores que, cuando le pusieron delante los 20 folios en blanco, él se quejó y fue entonces cuando el directivo que le había entrevistado le respondió que "esta es la diferencia entre trabajar o estar en el paro". En la misma línea se manifestaron los empleados M. N. P. y J. C. E. H., que coincidieron en remarcar que era obligatorio rubricar las hojas para ser contratado. J. C. E H., además, declaró que los directivos de la compañía no le explicaron para qué eran esos folios y que él también firmó un documento que indicaba que "he recibido de la empresa Alcor Seguridad la cantidad de", pero que no ponía cifra ni fecha alguna al final. 
Uno de los declarantes señaló que cuando trabajó en las obras de la Y vasca, su jornada laboral "constaba de 24 horas diarias durante 15 días seguidos"
Los declarantes también coincidieron en señalar las duras condiciones de trabajo a las que eran sometidos diariamente. En este sentido, J. L. C. L. afirmó que, durante el tiempo que trabajó en las obras de la Y vasca, su jornada laboral "constaba de 24 horas diarias durante 15 días seguidos" y que vivía "en una caseta de obra en condiciones infrahumanas e insalubres". Un testimonio similar ofreció A. S. Z., quien además detalló que la caseta no tenía más de ocho metros cuadrados y que en su última etapa en la mercantil llegó a trabajar durante 52 días seguidos 24 horas al día. "Estuve trabajando hasta 10 semanas seguidas sin librar", explicó J. C. E. H.
Varios vigilantes, como el propio A. S. Z. o M. N. P., aseguraron que los cuadrantes de trabajo se falseaban y que la dirección les obligaba a cambiar el tipo de letra y la firma para "simular ser otro" empleado y no parecer que trabajaban a destajo. A veces realizaban "12 horas en un puesto y las 12 horas siguientes en otro distinto" para maquillar los turnos. La empresa les asignaba dos números de código a cada vigilante, vinculados a dos firmas diferentes, que estos utilizaban alternativamente para pasar de un horario a otro.
Según A. S. Z., la caseta tenía una ducha -construida por ellos mismos, añadió J. C. E. H.- y únicamente una silla para dormir. M. N. P. explicó que a veces ni siquiera disponían de caseta y que tenían que resguardarse en sus vehículos particulares, que luego hacían turnos para desplazarse hasta una caseta que no era suya, sino de los obreros, para asearse. "Durante los días de trabajo, vivía en la caseta de obra, donde disponía de algunos utensilios que los vigilantes traían para calentar sus comidas", relató J. C. E. H. Para dormir, continuó, "disponíamos de unas hamacas que nosotros mismos llevábamos o nos echábamos en nuestro vehículo particular".
Los declarantes también coincidieron en relatar que la empresa les obligaba a cobrar las horas extras previa entrega de facturas personales con el fin de que estas no fueran contabilizadas como horas extras, sino como dietas o gastos, con lo que la forma de tributar era diferente y, por lo tanto, beneficiosa en teoría para la mercantil, cuyos responsables están acusados nada menos que de delitos contra los derechos de los trabajadores, blanqueo, fraude a la Seguridad Social y a la Hacienda Pública, alzamiento de bienes, revelación de secretos, falsedad en documento oficial, estafa y tráfico de influencias.
"Para cobrar las horas extraordinarias, teníamos que presentar facturas de gastos personales", indicó J. L. C. L. Por su parte, J. M. J. C. añadió que tenían que poner siempre el CIF de la empresa. En la misma línea se manifestó A. S. Z., quien dijo literalmente que "el exceso de horas lo pagaban mediante talón bancario y excepcionalmente en metálico; para cobrarlo había que entregar facturas de gastos personales".
"El exceso de horas lo pagaban mediante talón bancario y excepcionalmente en metálico; para cobrarlo había que dar facturas de gastos personales"
M. N. P. también confirmó la práctica generalizada: "Las horas extras no venían reflejadas en la nómina, solían pagarse mediante talón, firmando en el momento un recibí que contenía los campos en blanco y en el que no constaba cantidad alguna; para cobrar, nos exigían presentar facturas de gastos personales con el CIF de la empresa". Este último vigilante admitió que "en muchas ocasiones no pudo justificar todas las horas extraordinarias" debido a esta compleja metodología, lo que provocó que se quedara sin cobrar un montón de dinero que reclamó vía judicial.
Según J. C. E. H., las facturas que presentaban los empleados para poder cobrar las horas extras que habían echado eran de muy "diversa índole". En concreto, había facturas de gasolina, compras de útiles personales en supermercados, comidas en restaurantes, mobiliario que la familia de los vigilantes adquiría para sus propias casas y un sinfín de artículos que nada tenían que ver con la actividad de la empresa.
Durante su declaración, además, M. N. P. entregó a la Policía copia de un certificado de asistencia a un curso de guías caninos que estaba expedido a su nombre y que había sido impartido por el Centro de Estudios Serramar. Según el vigilante, sin embargo, el documento estaba falsificado, pues la firma no era suya.
El pasado jueves, decenas de extrabajadores de Alcor, convocados por la Unión Sindical Obrera (USO), cuya denuncia dio origen a la actual investigación judicial, se concentraron ante al Juzgado número 2 de Monforte de Lemos para protestar contra las condiciones laborales que imponía la mercantil. La manifestación tuvo lugar frente al juzgado debido a que en ese momento estaba el presidente de la empresa, Carlos Somoza, asistiendo a la apertura de una caja fuerte que la Policía intervino en el registro de la sede de Alcor. La caja, sin embargo, resultó no contener ningún elemento relevante.