Tras una mínima tregua por el fallecimiento de David Álvarez, el control de uno de los principales grupos de servicios de España vuelve a ser objeto de batalla entre sus hijos. Los cinco que en su día se enfrentaron al fundador de la compañía acudirán a la próxima junta de accionistas, a comienzos de mayo, con la intención de arrebatar el gobierno de la compañía a su hermana María José, que permaneció fiel a su padre y ahora quiere convertirse en administradora única de la sociedad, cuya facturación supera los 1.400 millones de euros anuales.
La batalla interna en el seno de la familia Álvarez por el control de Eulen, una de las principales empresas españolas de servicios, va a continuar más allá de la vida de su fundador, fallecido el pasado mes de noviembre. Los últimos de los 88 años de vida de David Álvarez estuvieron marcados precisamente por el enfrentamiento con cinco de sus siete hijos, que pretendían sucederle de manera abrupta en la gobernanza tanto del grupo como de las empresas familiares. Ya desaparecido, la guerra se plantea ahora contra María José, que permaneció fiel a su padre hasta el final y a la que sus hermanos exigirán el reparto de poder en Eulen durante una próxima junta de accionistas que retomará la batalla, aparentemente enfriada en los últimos meses por la enfermedad y muerte del patriarca.
Los últimos de los 88 años de vida de David Álvarez estuvieron marcados
precisamente por el enfrentamiento con cinco de sus siete hijos
La cita será en los primeros días de mayo aunque no en Bilbao, sede social de la compañía, sino en una notaría de Madrid. Porque no se trata de una convocatoria de junta de accionistas tradicional sino solicitada por uno de los dos socios que actualmente tiene Eulen: El Enebro, la instrumental familiar que posee algunos de los principales activos de los Álvarez, como las bodegas Vega Sicilia, y que controlan los denominados hijos díscolos del fundador de Eulen: Pablo, Elvira, Emilio, Marta y Juan Carlos.
Pero El Enebro no es el socio mayoritario de Eulen. Su participación es algo superior a un tercio del capital. Ese papel le corresponde a Daval Control, que tiene un 60% del grupo (el resto, en torno al 7%, es autocartera). Esta sociedad fue creada en plena batalla familiar por el propio David Álvarez para aglutinar su paquete de acciones en Eulen junto al de su hija María José, que siempre le apoyó en este proceso. El séptimo de sus hijos, Jesús David, también estuvo de su lado pero actualmente está fuera de este escenario dado que se desprendió de su participación tanto en Eulen como en El Enebro (ésta última vendida a los cinco hermanos díscolos, lo que provocó una gran sorpresa y disgusto en su padre).
Los dos únicos socios de Eulen son ahora los dos bandos que pelearán por el control de la empresa. Tras el estallido de la batalla familiar, en 2010, David Álvarez disolvió el consejo de administración, en el que estaban presentes sus hijos, y el grupo pasó a ser gobernado por él mismo y su hija María José como administradores solidarios. Con su fallecimiento, ésta se convierte en administradora única pero sus hermanos le exigirán en la junta de mayo que Eulen vuelva a tener un consejo de administración, cuya composición se determine por representación proporcional. Es decir, un consejo en el que ellos estén también presentes como accionistas de la empresa que son.
Exigencia de responsabilidades
Pero en la junta no sólo se sustanciará este asunto. Los denominados hijos díscolos de David Álvarez exigirán responsabilidades a su hermana María José como administradora de la sociedad por las operaciones llevadas a cabo a través de Daval Control sin el consentimiento de la junta de accionistas de la empresa, especialmente la adquisición de acciones propias que se llevó a cabo el pasado mes de julio.
Sus cinco hermanos acusan a María José Álvarez de no respetar con esta operación el principio de igualdad entre accionistas, ya que no se les dio la opción de adquirir esos títulos, vendidos por Jesús David Álvarez y destinados directamente a la autocartera del grupo, probablemente para impedir que El Enebro se hiciera con un mayor porcentaje de Eulen. Como se ha citado anteriormente, estos cinco hermanos sí ejercieron un derecho de tanteo cuando Jesús David vendió sus acciones en El Enebro, lo que permitió que la participación agrupada ascendiera al 80%.
Cinco hermanos acusan a María José Álvarez de no respetar con esta
operación el principio de igualdad entre accionistas
Fuentes de Eulen han declinado realizar comentarios sobre cualquier aspecto de la convocatoria de la junta de accionistas más allá de la redacción del orden del día.
Reabrir viejas heridas
El hecho de que Daval Control cuente con un 60% de las acciones asegura a María José Álvarez echar por tierra tanto las exigencias de responsabilidad como el cambio de control en la administración de Eulen. Sin embargo, lo mismo sucedió en su día en El Enebro, cuando el fundador David Álvarez controlaba más de la mitad del capital. Los hijos díscolos aprovecharon la ausencia de su padre en una junta de accionistas para sacar adelante determinados puntos que les facilitaban el control de la sociedad. Actualmente, cuentan con el 80% de El Enebro y una sentencia del Tribunal Supremo que avala este control aunque, en su día, David Álvarez aseguró que la resolución judicial le daba en realidad la razón a él.
La convocatoria de la junta deja claro que la guerra por el control de Eulen no ha terminado con la desaparición del fundador. No es una sorpresa para María José Álvarez, que desmintió los rumores acerca de un supuesto acuerdo entre David Álvarez y sus hijos poco antes de morir. En una entrevista publicada en el Diario de León, la actual número uno de Eulen negó la existencia de un acercamiento entre las partes e incluso aseguró que su padre llegó a perdonar a sus hermanos pero que éstos “no supieron recibir ese perdón”.
La próxima junta de Eulen, de carácter extraordinario y en sede notarial, ratifica las palabras de María José Álvarez y revelan que la lucha por el control del grupo, que factura más de 1.400 millones de euros y emplea a cerca de 85.000 personas en todo el mundo, está lejos de resolverse.