Manipuló las armas de sus compañeros y cambió la munición dejándoles inoperativos.
Nada fue casual. Todo arrancó de un roce, de una discusión con el jefe del dispositivo de seguridad del atunero Txori gorri. El agresor lo tenía todo preparado. Incluso, había manipulado las armas de sus compañeros para jugar con ventaja, había cambiado la munición dejándoles inoperativos. Y cuando llegó su jefe, le pegó tres tiros, uno de ellos cuando ya estaba abatido. Le remató en el suelo.
La tripulación de barco y el resto de los integrantes de seguridad cayeron en el caos y en el pánico al comprobar que estaban indefensos. Fueron muchos los que se refugiaron en la sala de máquinas para evitar una posible agresión, que el autor del crimen siguiera disparando contra el resto. La situación se prolongó durante tres horas, o momento en que el agresor, que ya se encerró en un camarote, decidió poner fin a su vida.
El relato de esas cuatro horas de pánico en las costas se Somalia comienza a transcender después de que el atunero vasco haya llegado ya a puerto.
Será la Audiencia Nacional la que tenga que hacerse cargo de las investigaciones. Y, sin duda, una de las actuaciones estará encaminada a averiguar si el protagonista de los disparos estaba en plenitud de facultades cuando se ha subido al barco, si tenía todos los requisitos profesionales para participar en esa misión y si tenía experiencia en el manejo de armas de guerra.
Fuentes de la empresa de seguridad a la que pertenecían los fallecidos apuntan a que el autor de los disparos sólo tenía como experiencia en algo relacionado con la seguridad de primer nivel su paso hace más de 20 por la Legión.
También denuncian los importantes recortes salariales que se ha producido y que han llevado a que a estas misiones acuda gente sin experiencia ninguna. Como apunta uno de estos especialistas, "si pagan con cacahuetes, tendrán monos".