Intentó disparar una pistola pero al tener el seguro puesto no logró accionarla
La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a cinco años de cárcel a un hombre que entró a robar una bicicleta en la Escuela de Ingeniería Superior de la capital, ubicada en la calle Doctor Ortiz Ramos, y trató de matar al vigilante disparándole hasta en tres ocasiones, pero el seguro del arma lo impidió.
A las 18.15 horas del 11 de febrero de 2014, el acusado se encontraba en la Escuela de Ingeniería Superior, cuando «fue sorprendido por el vigilante de seguridad del edificio», quien lo encontró agachado, «manipulando la cadena de su bicicleta en la zona de estacionamiento».
Al verse sorprendido en su acción, se deshizo de una herramienta que llevaba, mientras el otro le decía: «Vete y déjame, no me busques la ruina, vete y déjame tranquilo». Pero no quiso marcharse pese a la insistencia del vigilante. El procesado agarró una mochila que había junto a él «con intención de sacar el arma que escondía, momento en el que el guarda se abalanzó por la espalda para evitarlo, sin conseguirlo».
El encausado, con la intención de acabar con su vida, sacó la pistola –una Tanfoglio, modelo GT28, sin número visible–, «apuntándole del hombro a la cabeza». Así, le dijo: ´Que te mato, que te mato´, y apretó el disparador, sin lograr percutirla al encontrarse activado el seguro manual».
Al ver que no disparaba, con el mismo ánimo, «la montó de nuevo, activando la corredera, expulsando en ese momento el cartucho anterior, que cayó al suelo». «Al no haber conseguido su propósito tras estos dos intentos, volvió a disparar, si bien ya no había más munición en el cargador, quedando la pistola bloqueada», precisa el tribunal.
El asaltante se percató de que el arma no disparaba y, con el fin de zafarse del vigilante, «le golpeó con la culata en la cara, alcanzándole en la zona de la ceja, de forma que logró derribarlo». Le provocó un traumatismo junto al ojo derecho y una herida que requirió de sutura. Tardó trece días en curarse de sus secuelas, quedándole una cicatriz en forma de equis cercana a la ceja, lo que supone un ligero perjuicio estético.
El encausado, que se conformó con los hechos, tiene antecedentes penales cancelables y es consumidor de drogas que alteran sus facultades de entender y querer (intelectivas y volitivas).