Alegan que les insultaron y golpearon por sentarse en unos bancos de hormigón que hay cerca del agua
El baile acabó de la peor manera. Era tarde. Las cinco de la mañana. Todos estaban cansados. Lo estaban los que trabajaban en labores de vigilancia de los amarres y los que habían puesto ya fin a una noche de ocio al ritmo de la música. Marta B., de 62 años, y Ángel G., de 60, han denunciado a los Mossos d'Esquadra que fueron golpeados de mala manera por personal de seguridad del Port Olímpic. Son pareja, exclusivamente de baile, y eso hace que salgan con frecuencia juntos. "Me gritaron 'sal de aquí puta barata' y no si ni cómo, a base de golpes, me sacaron de allí", explica la mujer que, como otras noches, había ido a bailar al local de una amiga en el Port Olímpic. Ángel asegura que con él no se andaron con tantas contemplaciones. "Me pegaron varias veces con la porra en la zona lumbar", relata el otro denunciante. Dicho todo esto, el caso tiene un aroma de surrealismo que no se disipa por mucho que se profundice en el relato de loshechos.
En las denuncias de los afectados, estos aficionados a los bailes de salón, relatan que salieron del bar Smar del Port Olímpic y que, sobre las 5.00 horas del pasado sábado, Ángel sufrió unos dolores derivados de la neuropatía diabética que sufre y tuvo que sentarse "en unos bancos de hormigón" que hay junto al pantalán, ya muy cerca del agua. Allí hay unos pivotes con unas cuerdas que impiden el paso del público a los amarres. "Los instalamos hace ya tiempo para evitar el botellón y las molestias a los usuarios de los barcos", confirma el director del Port Olímpic, Joan Guitart.
Marta y Ángel reconocen que vieron la cuerda y que pese a ello caminaron entre dos pivotes "sin saltarla", dicen en sus denuncias, y que se sentaron para que el veterano bailarín de salón se repusiera del repentino aunque frecuente dolor en una de sus piernas. "Se acercaron a nosotros y les dije que por favor nos dejaran cinco minutos que me repondría y nos iríamos", recuerda Ángel. Sin embargo, y según su relato, a los dos primeros vigilantes que les interpelaron inicialmente les siguió un tercero que llegó en bicicleta y que pareció ejercer sobre los primeros una gran influencia, pues en ese momento se desató la violencia. "Sal de aquí viejo de mierda, ¿no has tenido bastante?", ese es uno de los insultos recogidos en la denuncia policial que supuestamente le profirieron a Ángel.
A golpes de porra y empujones, según se hace constar en el relato de los hechos realizado por ambos afectados en comisaría, le siguió una llamada a los Mossos d'Esquadra y otra a una ambulancia. "Me puse tan nerviosa que marqué varias veces el 091. Ahora sé que debo hacerlo al 112, pero es que estaba muy alterada", recuerda Marta, quien esa noche tuvo que ser atendida en las urgencias psiquiátricas del hospital de Sant Pau, donde le diagnosticaron "desbordamiento emocional y crisis de ansiedad", según reza el parte médico. Ángel presenta varios morados en la zona de los riñones que poco a poco van remitiendo. "El médico me ha recetado cuatro tipos distintos de calmantes", se lamenta desde su zona de reposo en casa.
El director del Port Olímpic, Joan Guitart, ha dicho a este diario que ha pedido a la empresa de seguridad que se encarga de esas labores en la instalación por-tuaria, la firma SP4, que por el momento y de forma cautelar no envíe más a los implicados a ese servicio. "Llamaré a los denunciantes para disculparme, aunque espero que la existencia de golpes no se confirme", confiesa Guitart.
Sin embargo, el director del Port Olímpic aporta nuevos datos: "No es la primera vez que han tenido con ellos algún problema". Ángel reconoce que hace un año aproximadamente le ocurrió algo muy parecido con su pierna y se sentó también en los bancos origen de la disputa. "Pero aquel día nadie me golpeó. El vigilante me dijo que me fuera. Yo le pedí, como el otro día, que me diera un respiro de cinco minutos y me iría. Me los concedió, pero no se fue de mi lado, y yo al final me fui. Sé que en otra ocasión a Marta también la echaron de allí, pero sin problemas", relata Ángel.
"Me ha dicho el responsable de seguridad que los vigilantes niegan los golpes y dicen que también les insultaron. Veremos qué dicen los jueces", resume Guitart, que también es capitán de barco.