Escogen estos comercios porque las clientas suelen estar distraídas y acostumbran a llevar dinero en el bolso
Las delincuentes se desplazan de ciudad en ciudad por toda Europa, asegura la Guardia Urbana
“Se acerca una clienta desesperada asegurando que acaba de perder su bolso”, la empleada de esta tienda de ropa de Barcelona lo explica con el tono de voz con el que se cuentan las cosas que pasan diariamente. “No lo ha perdido”, aclara, se lo han robado “ellas”. Las tiendas de los principales ejes comerciales de Barcelona, como el Portal de l’Àngel, la Rambla o el paseo de Gràcia, se han convertido en un objetivo ideal para los carteristas. En realidad, son las carteristas porque “ellas” dan el 90% de los golpes, según estiman fuentes policiales.
Este agosto pasado en Barcelona, mezcladas entre los turistas, han desembarcado un número indeterminado de féminas, procedentes sobre todo de Rumania y Bulgaria, especializadas en el hurto de carteras y bolsos. Pedro Velázquez, intendente de la Guàrdia Urbana al frente de la comisaría del Eixample, explica que la globalización ha impulsado una “gran movilidad” de carteristas por Europa. A menudo a Barcelona llegan “desde Holanda” y desde aquí se marchan “a Alemania”, concretamente a Berlín.
LADRONAS COQUETAS
Antiguamente al carterista “se le reconocía” porque estéticamente vestía de un modo que por la calle desentonaba con el resto de ciudadanos, recuerda el intendente Velázquez. Pero esto ahora ha cambiado y, especialmente en el caso de estas carteristas que se ceban en las calles más comerciales, lo más difícil es detectarlas porque se esfuerzan en pasar desapercibidas entre las turistas.
Las dependientas de las tiendas en las que actúan coinciden sin fisuras en describir a estas ladronas como mujeres “bien vestidas”, que no dudan en utilizar “pelucas y ropa de marcas caras, posiblemente falsa”.
Su lugar preferido para trincar carteras son las tiendas de ropa. “Vienen cada día, cada día”, remarca una trabajadora del paseo de Gràcia. Actúan "por parejas". Como se observa en el vídeo adjunto a esta información, una de ellas protege el hurto situándose delante de las dependientas y la otra consigue el bolso y se marcha de la tienda sin ser descubierta.
A pesar de sus ‘disfraces’ las empleadas las reconocen. Y cuando no lo hacen se percatan de que han venido porque al final de la jornada, cuando les toca recogerlo todo, aparecen entre la ropa las carteras, llenas de documentación pero sin dinero en el compartimento del billetero.
UN CALADERO IDEAL
El cabo Carlos Pardo, jefe del Grupo de Delincuencia Urbana (GDU) en el Eixample, explica que les interesan estos comercios por varios motivos. Las tiendas de ropa acostumbran a tener la caja al fondo del establecimiento y esto facilita que la entrada principal esté más desprotegida. En estos negocios, además, las compradoras están distraídas mirando ropa y suelen llevar dinero en efectivo en las carteras porque están comprando. “Se acercan a la víctima con una pieza de ropa en la mano que utilizan de pantalla. La colocan por encima del bolso de la mujer -concentrada en las blusas- y con la otra mano se lo abren y extraen la cartera”, detalla el cabo Pardo.
No entran en un comercio que esté vacío. Por eso despliegan su actividad coincidiendo con el horario de máxima afluencia: a última hora del mediodía o a última hora de la tarde, antes del cierre. “Por liada que estés, te das cuenta de que han entrado y todo lo que puedes hacer es llamar a la policía y acercarte para que sepan que las estás mirando”, se resigna la encargada de una tienda del Portal de l'Àngel. Los agentes vienen "enseguida", están "muy encima", valora.
La presencia de agentes de seguridad privada en la puerta de los establecimientos resulta bastante disuasoria. Varios de estos, además, pertenecen a la misma empresa y sus guardias se van dando el aviso telefónicamente en cuanto las detectan. También ayuda la existencia de cámaras que permitirán demostrar el hurto judicialmente. Ninguno de los sistemas defensivos, sin embargo, garantiza que escojan otra tienda.
AGOSTO CALIENTE
No es el primer verano que Barcelona recibe la visita de estas carteristas. Pero la sensación entre los policías es que durante este agosto su actividad ha sido superior a la de temporadas anteriores. La Guardia Urbana las combate desplegando diversas patrullas de agentes de paisano.
La presencia policial hace que estas ladronas tomen precauciones como, por ejemplo, deshacerse enseguida de la cartera tras vaciarla de billetes. Por eso las dependientas descubren monederos tirados entre la ropa. Algunas llegan sí se quedan también con el teléfono móvil que encuentran en el bolso, cuando es un iPhone 6 o un Samsung de última generación, pero si no, lo tiran con el resto de enseres a la basura más próxima.
Los policías municipales y los Mossos d'Esquadra, cuando las identifican y sospechan que acaban de cometer un hurto, a menudo optan por negociar con ellas para que revelen dónde han lanzado la cartera con toda la documentación. Encontrarla alivia mucho el contratiempo causado a las víctimas, frecuentemente turistas adineradas provenientes de países como China o Rusia.