Un interno que había estado una semana en aislamiento protagoniza la tercera fuga en un mes
Tres fugas en menos de un mes. El centro de internamiento juvenil de Sograndio volvió a registrar ayer la huida de un menor. Si el 10 de abril eran dos los que se escapaban del recinto tras descolgarse de la valla con sábanas atadas entre sí, ayer fue un joven el que protagonizó otra escapada sonada: salió corriendo del taller en el que se formaba, subió a un tejadillo y saltó la valla sin que nadie le frenara.
Según explicaron a este periódico fuentes del centro, los hechos ocurrieron a las 16.30 horas. «El menor estaba junto a otros compañeros en el taller de mecánica. Un aula en el que, desde diciembre, no hay vigilante de seguridad. Ni tampoco se cierra con llave. De repente, el chaval se levantó y se fue. Echó a correr por el recinto, subió al tejadillo del módulo terapéutico y saltó la valla. Y se fue».
El joven, de origen marroquí, está en Sograndio para cumplir una condena de las denominadas largas. Se da la circunstancia de que hace unos días que salió de una de las celdas de aislamiento, en la que había estado recluido durante siete días. Esas habitaciones en las que, desde enero, el Principado graba todo lo que ocurre en su interior.
También la fuga de ayer quedó grabada en las cámaras de seguridad del recinto, pero no hubo intervención del servicio de vigilancia «puesto que no hay agentes en los talleres ni, tampoco, en ese área». Aunque las imágenes fueron captadas por las cámaras, no fueron visionadas por nadie, «puesto que nadie controla el monitor. Está apagado».
«Están sin vigilante»
Asílo aseguró a EL COMERCIO el portavoz de la Asociación de Vigilantes de Seguridad Privada de Asturias (Avispa), Jorge Fernández Cuesta. La entidad ha sido muy crítica con el cambio del servicio de vigilancia, adjudicado por el Principado en diciembre pasado a otra empresa. «Es una empresa que está aplicando todo tipo de recortes, pero con el consentimiento de la dirección de Sograndio y del Principado».
Se refiere Fernández Cuesta a que «se ha recortado personal, porque se considera que con los efectivos actuales se cumple el cometido. Pero no es así». Recuerda que antes del cambio de empresa, «en los talleres siempre había un vigilante de seguridad. Permanecía dentro de las instalaciones con la puerta cerrada. Ahora, los chavales están solos con el educador y, además, la puerta está abierta. Son órdenes incomprensibles».
Respecto al lugar de la fuga, Fernández Cuesta apunta que «es un punto débil dentro del recinto de Sograndio, tal y como ya le han explicado en numerosas ocasiones los profesionales a la dirección del centro, pero no les hacen caso».
Por ese motivo, desde Avispa se solicitó ayer formalmente «la dimisión del director del centro, así como el cese de la empresa de vigilancia, que ha demostrado que no está capacitada para el trabajo encomendado. Tres fugas sonadas en menos de un mes creo que son suficientes».
Cámaras rotas
Las dos fugas anteriores se produjeron el 10 de abril, con cinco minutos de diferencia entre cada salto de la valla. Uno de los menores fue arrestado en Gijón dos días después, mientras que el otro permanece fugado. Avispa señala, además, que los incidentes se multiplican en el centro. El martes un menor, castigado en una de las celdas de aislamiento, destrozó la cámara colocada para grabarle. «La tiró por el retrete».