Están por todas partes y tienen ojos. Su número es incalculable incluso para los expertos. Millones, muchos millones, dicen. Algunos las consideran una amenaza y ven en ellas al Gran Hermano (al de Orwell, no al de Tele5, que en estos tiempos estos matices culturales conviene deslindarlos). No respiran, pero se mueven buscándonos. Como aquellas tribus que maliciaban que al fotografiarlos les arrebataban el alma, hay supersticiosos que dicen que estos nuevos bichos, con sólo mirarnos, nos arrebatan la libertad. Son las videocámaras.
En nuestra historia criminal reciente, por ejemplo, las videocámaras se han convertido en uno de los instrumentos de investigación policial más valiosos. Esta misma semana, permitieron desmentir la declaración deRosario Porto, madre de Asunta Basterra, la niña de 12 años que apareció en la madrugada del pasado domingo muerta en un bosque compostelano. La madre declaró que había dejado a su hija en su domicilio santiagués a las siete de la tarde del sábado. Y que cuando regresó un par de horas más tarde ya no estaba en casa. Las videocámaras permitieron captar la imagen de la niña en el coche de Rosario Porto cuando la mujer, supuestamente, partió a la finca de Teo en la que murió Asunta Basterra por asfixia.
El 8 de octubre de 2011, José Bretón denunció telefónicamente la desaparición en un parque de sus hijos, de seis y ocho años, Ruth y José. También las cámaras de los alrededores fueron fundamentales para desmontar su versión. Bretón fue condenado a 40 años de cárcel.
¿Cuántas cámaras nos vigilan?
Ni la Asociación Española de Empresas de Seguridad, ni la Federación Española, ni el Instituto de Investigación Tecnológica en Medidas de Seguridad poseen el dato de cuántas cámaras nos vigilan desde comercios, hogares, aparcamientos, casinos, gasolineras, comisarías, fábricas, grandes superficies, polígonos industriales, restaurantes… Fuentes de la Policía confirman que “en casi todos los rincones de todos los centros urbanos españoles es posible reconstruir los movimientos de cualquier persona analizando las videocámaras”.
En casi todos los rincones de todos los centros urbanos españoles es posible reconstruir los movimientos de cualquier persona analizando las videocámarasPero es que estos dispositivos no sólo enfocan al delincuente. Nos vigilan a todos. Y son enormemente susceptibles de ser manipuladas, por ejemplo, para recabar la información suficiente para delinquir. La Asociación de Internautas se lo ha advertido ya, en un extenso informe, al Supervisor Europeo de Protección de Datos. Con los suficientes conocimientos informáticos, estas videocámaras son manipulables. Fuentes de la Asociación de Internautas lo describen muy gráficamente: “Yo puedo manipular a distancia la cámara de una joyería para precisamente saber dónde guarda el dueño ciertas llaves, o ciertas joyas, o cierto dinero, o ciertas armas. Puedo espiar al joyero con su propia cámara para planear un atraco”.
Según señalaron los responsables de esta asociación tras escanearaleatoriamente cámaras privadas y públicas, “el análisis realizado muestra que el 60% de la cámaras de seguridad y cámaras IP no tienen ningún tipo de seguridad, el restante 40% tiene algún tipo de seguridad, pero de esta, un 20% son password por defecto” que “se pueden saltar fácilmente al estar [las cámaras] mal configuradas. Sólo el 20% se libra de las miradas de extraños. Podemos controlar el horario de los operarios, entradas y salidas, cuando menos clientes hay o cuando hay más dinero, pero no sólo eso, se puede hacer que el vigilante real vea una imagen de total normalidad cuando en realidad están desvalijando el local y después hacer desaparecer esas pruebas”, describen.
Su vulnerabilidad
En 2011, el responsable de seguridad de esta asociación, José María Luque, llevó a la práctica el experimento que inspiró esta encuesta aleatoria. Instaló una cámara para vigilar su casa desde el trabajo y, con un rastreo aleatorio de IP, descubrió que el 60% de las cámaras de la zona era susceptible de ser pirateada con absoluta facilidad. También ofrecían a los usuarios sencillas instrucciones para que las cámaras fueran seguras: visualización privada, cambiar el password que viene por defecto por otro de más de ocho caracteres y cambiar esta contraseña cada tres meses. Han creado una aplicación para uso privado denominada Claves Exe que permite programar nuestro sistema de forma segura.
En el estudio de mercado publicado este año por Cuadernos de Seguridad, se constataba que, ya en 2011, las empresas de seguridad habían visto descender un 5% su facturación. “Los tres segmentos fundamentales –vigilancia, sistemas y alarmas, y transporte de fondos– están cayendo en picado”, señalan. En este apartado se incluye la videovigilancia. La crisis también está afectando al Polifemo múltiple de este Gran Hermano.