El condenado no podrá acercarse a menos de 300 metros de la víctima durante seis meses y deberá pagar una indemnización de 2.700 euros
El Juzgado de Instrucción número 1 de Ribeira impuso a un furtivo una orden de alejamiento de 300 metros durante seis meses de un vigilante de la cofradía de A Pobra do Caramiñal (A Coruña) al que, según la sentencia, agredió. El fallo, según abogados expertos en la materia, introduce por primera vez este tipo de medidas contra un furtivo.
La resolución considera probado que el vigilante sufrió un ataque por sorpresa del furtivo, que le golpeó con un rastrillo en la cara. Todo ocurrió después de que el guarda, que vigilaba la playa del Pozo, en A Pobra, sorprendiese al condenado mariscando ilegalmente. El furtivo cumplió la orden del vigilante y devolvió al mar el molusco extraído pero cuando pasaba por detrás del guarda, le golpeó con el rastrillo en la cara y le provocó lesiones en la mandíbula. Con el agredido ya en el suelo, según declaró en el juicio, el furtivo siguió golpeándole en la zona de las costillas.
El acusado no compareció en el juicio, lo que reforzó la versión del vigilante, que remarcó que no se trató de una acción aislada.
Por todo ello, el juzgado de Ribeira condenó al furtivo a una orden de alejamiento de 300 metros que estará vigente durante 6 meses, a pagar una indemnización a la víctima de 2.700 euros y deberá estar localizado de forma permanente durante 12 días. Además, deberá hacer frente a las costas del juicio.
Fuentes especializadas explican que se trata de una sentencia a tener en cuenta por las cofradías, ya que refuerza la protección sobre este y otros vigilantes.