Los internos, de 16 y 17 años, aprovecharon la hora de la comida para subirse al tejado y tratar de saltar la valla antes de que les detuvieran
Dos jóvenes de origen español, de 16 y 17 años, trataron de fugarse ayer del centro de menores de Sograndio protagonizando el décimo intento de huida en lo que va de año, todos cometidos por diferentes chicos. Los internos aprovecharon la hora de la comida para llevar a cabo su plan, en concreto, el momento en que los residentes deben lavarse las manos antes de sentarse a la mesa. Los menores subieron al tejado del taller de cantería, para, desde allí, intentar saltar la valla perimetral, de unos seis metros de altura, hacia las 13.30 horas. Dos vigilantes de seguridad les interceptaron antes de que lograsen escapar, los redujeron y les llevaron a dos de los nueve cuartos de aislamiento que hay en el edificio, ahora completos.
La asociación que defiende los intereses de los vigilantes de seguridad privada, Avispa, ha elevado una queja ante el Defensor del Pueblo para denunciar irregularidades en el funcionamiento del centro de menores, que van desde que las habitaciones de aislamiento o "camarillas" no están provistas de material anti vandálico, hasta que los internos allí castigados están sometidos a una vigilancia durante veinticuatro horas a través de un circuito interno de vídeo "que podría conculcar sus derechos fundamentales".
La Fiscalía de Asturias archivó a primeros de mes las diligencias de investigación abiertas tras otra denuncia de Avispa, ya que la fiscal superior, María Esther Fernández García, consideró que los hechos denunciados por los vigilantes de seguridad no eran constitutivos de infracción penal.
Los intentos de fuga de menores del centro de Sograndio se han ido sucediendo desde enero, y uno de los internos que se escapó permanece en paradero desconocido. Así, el último que protagonizó una huida fue un chico de 17 años y de origen magrebí que trepó por la valla de seguridad el 8 de mayo. El menor, que cumplía medidas de internamiento por un delito, no necesitó sábanas anudadas para escapar como las que utilizaron dos chavales a mediados de abril. El interno aprovechó las clases de mecánica que se imparten los viernes en el centro de menores de Sograndio para moverse a la unidad terapéutica y desde allí alcanzar la valla perimetral y saltar al exterior. La asociación de vigilantes de seguridad denuncia que el reciente aumento de la valla, de unos 20 centímetros más, "no sirve de nada".