Prisión preventiva para cuatro detenidos por los disparos del hospital de Ourense
El tiroteo que el pasado domingo se produjo a las puertas de la entrada principal del Complexo Hospitalario de Ourense no fue el único enfrentamiento violento entre los dos clanes rivales que residían en el poblado gitano de A Fontela, en el concello ourensano de Maside. Hace aproximadamente un mes hubo otros disparos en la casa de los detenidos por los hechos del domingo, según estos explicaron ayer en sede judicial. Los arrestados por el tiroteo en el CHUO aseguraron que los autores del ataque en su vivienda fueron las personas que el domingo se encontraban en la entrada del hospital y que al verlos allí -cuando acudían a visitar a una hija ingresada para dar a luz- dispararon de forma disuasoria por temor a ser atacados con puntas de acero por el otro grupo.
Por estos disparos- al menos doce, según las fuentes oficiales, que dejaron más de 25 impactos de bala en las puertas acristaladas de la entrada principal del hospital- cuatro de los siete detenidos que ayer pasaron a disposición judicial ingresaron en prisión provisional. La magistrada del Juzgado de Instrucción número tres de Ourense, en funciones de guardia, determinó la medida -solicitada por la fiscal- para los hermanos Daniel y Moisés Gabarri, para su padre, Antonio Gabarri y para el hermano de este, Diego Gabarri. Quedaron en libertad, con la prohibición de acercarse a las dos víctimas de los disparos y obligación de firmar semanalmente, la mujer del patriarca, Yolanda B.J. y los dos hijos de Diego Gabarri, Miqueas y Rubén G. M.
A todos se les investiga en principio por los mismos delitos, intento de homicidio, tenencia ilícita de armas y amenazas. Ayer por la mañana, declararon también las dos víctimas de los disparos. Eduardo M. J. y Francisco J. M., que sufrieron heridas leves. Identificaron a Antonio, Daniel y Moisés como autores del tiroteo, pero negaron haber visto en el lugar a Diego G., según fuentes de la defensa.
El único que reconoció que realizó disparos fue el padre, Antonio Gabarri, pero aseguró que tiró al aire, sin ánimo de alcanzar a nadie y que lo hizo con intención disuasoria, por temor a ser atacados ellos por el bando rival. Sin embargo, un policía de paisano que estaba en una ventana del recinto hospitalario sí aseguró que vio a Diego G. disparando. Las víctimas lo negaron, según la defensa que ejerció el letrado Luciano Prado, y este detenido aseguró que solo llevaba un arma simulada, una escopeta de feria, y cree que las pruebas de la parafina demostrarán que Diego G. no efectuó disparos. En cualquier caso, ayer fue uno de los cuatro sospechosos que ingresó en prisión provisional como autor de los tiros.
Pocos familiares en el entorno de la sede judicial, protegida por la policía
El pase a disposición judicial de los siete detenidos por el tiroteo se produjo pasadas las diez de la mañana en el juzgado de guardia de Ourense. A bordo de dos furgones, custodiados por otros dos coches policiales, llegaron los arrestados. En el juzgado hubo un despliegue policial de la Unidad de Prevención y Reacción aunque la tranquilidad fue total en el exterior, con apenas una decena de familiares de los detenidos esperando la resolución. Los dos heridos entraron a la sede judicial sin ser vistos. Sobre las cuatro de la tarde, salieron las tres personas en libertad y antes de las siete, los otros cuatro fueron trasladados a la prisión de Pereiro de Aguiar.
La familia de los agresores estaba molesta porque no les dejaban ver a su hija embarazada
El enfrentamiento entre estos parientes del poblado gitano de Maside se remonta a hace año y medio, según comentaron las fuentes. Una hija del patriarca Antonio G. se casó con un nieto de uno de los agredidos y los familiares de sangre de la chica se quejaban de que nunca la podían ver y la tenían como secuestrada. Además de estas desavenencias, el asunto del tiroteo que supuestamente sufrieron los detenidos hace un mes en su casa del poblado subió la tensión que tuvo como desenlace el suceso del domingo. Según su versión, habían acudido al hospital a visitar a otra hija que había dado a luz cuando se encontraron a los Montoya, que habían ido a acompañar a la joven de los Gabarri que, embarazada, también había acudido al CHUO.
Además de estos desencadenantes, podía haber otras causas anteriores pues según se informó tras las detenciones, las rencillas entre ambas facciones habían llevado a que el clan de los agredidos el domingo se tuviese que ir a otra parte del poblado, tras haber sido repudiados.
La jueza y la fiscal asumieron en gran parte la versión policial para determinar que todos los detenidos continúen investigados en la causa, además de la prisión provisional para los autores de los disparos.
Seguridad
Por otro lado, el colectivo Alternativa Sindical de vigilantes de seguridad privada criticó que el CHUO no tenga un departamento específico y que los guardas carezcan de chaleco antibalas o guantes anti corte. También el sindicato SPPME, de la Policía Local, criticó la falta de chalecos de protección ante este suceso.