28 de noviembre de 2015

Calle pública, vigilancia privada

Comerciantes y vecinos de Medina mantienen un servicio de seguridad tras un apuñalamiento hace un año en esa calle. "Se ha recuperado la normalidad pero a costa de nuestros bolsillos".
Un vigilante de seguridad privada permanece alerta y mira de un lado a otro de la calle Medina desde ya casi un año. Comerciantes y vecinos de esta céntrica vía tuvieron que recurrir a esta medida para garantizar la seguridad de los que transitan diariamente por la calle, donde el mercadeo ilegal de diferentes artículos venía provocando no pocos incidentes y peleas. El presidente de Asunico, Manuel García, propietario de un negocio en esta calle, recuerda que fue el apuñalamiento, en noviembre del pasado año,  de un ciudadano rumano por parte de otro de su misma nacionalidad lo que hizo saltar la  chispa de un malestar que iba creciendo entre comerciantes y vecinos. 
En aquel momento se unieron para reclamar presencia policial permanente en esta calle y en respuesta, el Ayuntamiento y la Subdelegación de Gobierno reforzaron la seguridad con dispositivos de agentes en la zona y en el caso del gobierno municipal, se comprometió también a modificaciones en la ordenanza de venta ambulante.  Pero el dispositivo policial permanente no se pudo mantener por mucho tiempo y en cuanto se bajó la guardia, volvió la inseguridad. Fue entonces cuando comercios y vecinos decidieron recurrir a la contratación de vigilancia privada, un sobrecoste que, no obstante, consideran efectivo. La puesta en marcha de este servicio de seguridad privada exigió cumplir con una serie de requisitos y obtener el permiso de la Subdelegación de Gobierno.  “Fue un montón de papeleo y trámites, pero aquello no podía ser. Se juntaban hasta 30 personas de distintas nacionalidades cogiendo toda la acera, no dejando pasar a los clientes, asustándolos. Perdimos un 60% de la clientela”, afirma categórico García. Ahora -mantiene- “podemos decir que hemos recuperado prácticamente la normalidad y Medina es una de las calles más seguras del centro, eso sí a costa de nuestros bolsillos y cuando además comercialmente lo estamos pasando mal”. La iniciativa, aunque extraña por lo inhabitual que es ver en una calle  un vigilante privado, ha sido positiva y de hecho, comerciantes y vecinos piensan seguir manteniéndola de momento ante el temor también de que se vuelva a la situación anterior.  “Yo creo que seremos de las pocas calles en el país con vigilancia privada”, asegura este comerciante que mira con envidia hacia la vecina calle Larga, donde la presencia de agentes bien de la Policía Local o de la Nacional es habitual. “Somos una calle de primera, igual que Larga, a la hora de pagar de impuestos, pero no para otras cosas”.
 García se muestra convencido de que la presencia del vigilante jurado, que permanece en la calle Medina en horario comercial, ha tenido un efecto disuasorio y ha frenado en gran parte las conflictivas concentraciones de personas y el ‘trapicheo’ que se producía. “No sólo es efectivo desde el punto de vista comercial, sino que además, por ejemplo, hace poco presenció un incidente relacionado con violencia de género y tuvo que intervenir y llamar a la Policía”.   
 El presidente de Asunico señala que gran parte del problema está en el poco control que existe sobre la venta ambulante. “No se puede permitir ese tipo de actividad en una zona comercial. En Jerez es un problema muy grande, lo vemos todos los días en la calle Doña Blanca. Hay comerciantes que me dicen que o se acaba con eso, o mañana cierran su negocio y se ponen a vender también en la calle, sin pagar impuestos”.