El hurto de cobre en esta comunidad autonóma subirá un 3,4% hasta los 147.000 metros, a diferencia del resto de España, donde cae más de un 15%
Si hay una imagen representativa del transporte ferroviario en 2015 esa es, sin duda, la que ha ofrecido la red de Cataluña con sus constantes casos de robo de cable -cuando no, boicot al tendido de fibra óptica, como en el caso ocurrido el pasado mes de octubre en el AVE entre Madrid y Barcelona- y el colapso de los servicios. Existen diversas y contradictorias interpretaciones sobre lo sucedido, muchas veces nacidas al calor del enfrentamiento entre el Gobierno y las sociedades públicas Adif y Renfe y la Generalitat catalana, en pleno pulso soberanista. Las que no ofrecen dudas, sin embargo, son las estadísticas sobre la evolución de estos casos de pillaje.
La comunidad autónoma catalana es la que más robos concentra de este material en nuestro país. Las estimaciones de Adif apuntan a que cerrará 2015 con una cifra récord de robo de cable, no vista hasta ahora en la serie histórica, próxima a 147.000 metros, según explican a ABC fuentes de la compañía que gestiona la infraestructura ferroviaria. Esta cuantía representa una décima parte de la longitud total de la red ferroviaria gestionada por el Estado en Cataluña (parte de ella, la que parece menos expuesta a los hurtos, está transferida al Ejecutivo del presidente en funciones, Artur Mas).
El Ministerio de Fomento ha solicitado en diversas ocasiones ayuda a la Generalitat para que los Mossos d’Esquadra intensifiquen sus investigaciones y se ponga fin a una tendencia creciente que no tiene parangón con lo sucedido en el resto de comunidades autónomas. De hecho, en el conjunto del país el volumen de cobre robado se encuentra en retroceso. El total de los metros sustraídos en España ha descendido alrededor de un 15,1%, al pasar de 339.500 a 288.200 metros. En este mismo periodo, en Cataluña ha aumentado un 3,4%, ya que concluyó 2014 en cerca de 142.000 metros.
Mientras tanto, se ensancha el ya de por sí amplio margen que existe entre Cataluña, que representa aproximadamente el 51% del volumen total de cable de cobre robado en España, y el resto de comunidades autónomas. Valencia, donde también sube el dato de cobre hurtado en comparación con el año pasado, es la siguiente de la lista, aunque a una considerable distancia: sufriría, según las estimaciones de Adif, un robo estimado de alrededor de 41.900 metros de cable de cobre, un 71,5% inferior al de Cataluña.
La distancia con el resto de regiones del país resulta notable: las siguientes por volumen de cable sustraído serían Castilla-La Mancha, con 30.600 metros (un 79,2% menos que en la comunidad catalana), Andalucía, con 23.000 metros (un 84,4% por debajo) y Castilla y León, con aproximadamente 22.700 metros (84,6%).
El caso más ilustrativo, no obstante, lo constituye Madrid, tanto por la extensión de la red como por el nivel de población. Según los datos que maneja la sociedad presidida por Gonzalo Ferre, los robos en esta región se han rebajado drásticamente, en torno a un 65,1%, lo que ha dado lugar a que la longitud de cable robado se eleve en 2015 a cerca 7.300 metros; es decir, el hurto que se produce en Cataluña es más de 20 veces superior que el se registra en la capital española.
El mayor número de robos tampoco se justifica por que al disponer de una mayor longitud de red ferroviaria Cataluña tenga más posibilidades de atraer a las mafias de robo de cobre: el volumen de cable hurtado en comparación con la extensión supone un 9,2% (147.000 metros en una red de 1.600 kilómetros). Mientras tanto, en el resto de España, este porcentaje desciende hasta un 1%.
El valor del cobre
Resulta difícil calcular cuál es la factura para el Estado de los hurtos de este metal, utilizado en multitud de sectores y que ha encontrado en China uno de sus principales mercados importadores. Su precio comenzó a incrementarse de manera exponencial a mediados de 2005 y, desde entonces, ha crecido de manera irregular -con pronunciados baches en las crisis de 2008 y 2011- hasta situarse, actualmente, en cerca de 4.799 dólares (4.470,8 euros) por tonelada o, lo que es lo mismo, 4,5 euros por kilogramo. Fuentes del sector explican que, teniendo en cuenta que el importe del cobre en el mercado negro se aproxima a los cinco euros, sólo en reposición las sustracciones de este último año en Cataluña ascenderían a, aproximadamente, 367.500 euros. A este importe habría que sumar intangibles, como los costes de paradas en las líneas de ferrocarril, retrasos, falta de productividad y daños en otras estructuras de la red ferroviaria.
Por ejemplo, la última avería que se produjo el pasado 15 de diciembre, con el hurto de 360 metros de cable de cobre en Mollet del Vallès (Barcelona) de los servicios de Rodalies (Cercanías), tuvo un coste de 30 millones de euros, según concretó la propia ministra de Fomento, Ana Pastor, quien hizo hincapié en que el verdadero daño no fue la sustracción, sino que los ladrones provocaron la caída de una línea de alta tensión sobre una de baja tensión, calcinando por completo el tendido. Además, aquel incidente afectó a la circulación de 200 trenes y a más de 60.000 pasajeros.
Mientras tanto, sigue su curso la investigación sobre el sabotaje que sufrió la línea de AVE entre las estaciones de Camp de Tarragona y Figueras-Vilafan (Gerona), que provocó la paralización del servicio en la línea durante prácticamente toda la mañana del pasado 8 de octubre. Los Mossos d’Esquadra investigan un posible boicot: a diferencia de los casos del robo cobre, los cortes se produjeron en la instalación de la fibra óptica, que no tiene prácticamente valor económico y que se utiliza en los trenes de alta velocidad para la transmisión de información con la vía y los servicios de telecomunicaciones.
El negocio de uno de los metales más preciados
Las sustracciones de cobre en la red ferroviaria se han incrementado en los últimos años en consonancia con el valor creciente de este metal, que se emplea en diversas industrias (como las telecomunicaciones, fontanería, sector eléctrico, industria marítima y automoción, entre otros). Aunque su importe se elevó de manera exponencial desde mediados de la década pasada, las sucesivas crisis han lastrado su valor. Hoy se cotiza por unos 4,4 euros por kilogramo. En 2010 llegó a superar los 7 euros. El proceder de las bandas suele ser similar: una vez que se acumulan 25 toneladas de cable de cobre robado, los autores de la sustracción, que antes han pelado los cables para quitarle el revestimiento de plástico, venden el botín a operadores ilegales, que lo suelen trasladar a China.