En el artículo 95 de la sección 5 del Reglamento de Seguridad Privada vienen recogidas las distintas funciones del Jefe de Seguridad y el párrafo D hace referencia a la relación entre dicho Jefe de seguridad y la formación, citando textualmente dicho artículo: El control de la formación permanente del personal de seguridad que de ellos dependa, proponiendo la Dirección de la Empresa la adopción de las medidas o iniciativas adecuadas para el cumplimiento de dicha finalidad.
Es decir, el Jefe de Seguridad es el principal responsable de la formación continuada de su personal de base. Si cogemos el concepto desde su perspectiva más amplia esto es lo idóneo porque al fin y al cabo es el máximo responsable de las actuaciones de los vigilantes y por tanto es la persona que habiendo realizado los Planes de Seguridad debe saber que formación necesitan para el adecuado desempeño de sus funciones. Si damos un paso más, y esta profesión es nuestro deber ineludible, no solo es nuestra labor la realización inicial del Plan de Seguridad y de las OOP sino que este debe ser un documento vivo adecuándose a los distintos escenarios o cambios que se puedan producir, tanto por las amenazas externas o por la propia evolución de la línea de negocio o actividad empresarial del cliente, es decir que debe valorar y actualizar dicho plan periódicamente y por lo tanto ajustar las necesidades formativas del personal que preste servicio en dichas instalaciones.
Desde mi punto de vista son necesarias las inspecciones continuadas para conocer el verdadero proceder y sentir del servicio, no por parte del Jefe de Seguridad ya que en una empresa grande sería imposible pero si que debe de rodearse de una plantilla de inspección competente que en sus partes de inspección reflejen el pulso latente de cada servicio y que por medio de los informes mensuales de actividad hagan llegar a sus ojos la realidad de los servicios. Será por medio de estos informes y en inspecciones oculares del propio Jefe de Seguridad de donde se sacará la información para adecuar los Planes de Seguridad y en concordancia a las necesidades descritas en este plan se realizará la planificación didáctica anual.
No debemos de tomar esta directriz formativa como un requisito a cumplir de manera mecánica sino como una herramienta puesta en manos de los Jefes de Seguridad para alcanzar los objetivos óptimos de protección de las instalaciones que se hallen bajo nuestra responsabilidad (con el permiso por supuesto de las que se hallen bajo la responsabilidad de los Directores de Seguridad), es por esto que a título personal considero fundamental que el propio Jefe de Seguridad esté habilitado como profesor de seguridad privada al menos en las materias más comunes y que tenga conocimientos suficientes en el resto como para poder supervisar los contenidos que van a recibir sus vigilantes.
Es necesario, muy necesario, que el máximo responsable de los Planes de Seguridad tenga un conocimiento real de las distintas contingencias a las que se puede enfrentar a la hora de realizar dicho Plan, que sea capaz de analizar los datos que el entorno le ofrece, que identifique los riesgos y que adopte las medidas necesarias para paliarlas. Dichas medidas han de ser de varios tipos; físicas, electrónicas, de organización y de los medios humanos y es en estos medios humanos donde entra la formación.
Como acabamos de decir los medios humanos forman parte esencial de las medidas que usaremos para hacer frente a las distintas contingencias que nos vamos a encontrar y para que este elemento sea óptimo deberemos tener en cuenta la formación, vamos a ver a continuación que aspectos se deben de tener en cuenta a nivel formativo y vamos a entroncarlo con el tema que nos atañe.
Cuando se realiza una selección de personal para un servicio en concreto es muy recomendable haber diseñado previamente el Plan de Seguridad pues así nos aseguramos de tener una visión completa de a que nos enfrentamos y que necesitamos, dentro del personal que podamos seleccionar lo haremos de entre aquellos aspirantes que reúnan o más se acerquen a nuestro patrón motor maduro de actuación con esto ya tendremos una buena base pero además sabremos hacia donde deberemos orientar nuestra primera acción formativa, más tarde una vez iniciado nuestro servicio estaremos en condiciones de realizar un feedback adecuado para ver que debilidades tenemos en nuestro equipo y a que amenazas nos podemos enfrentar una vez definido esto basaremos nuestra oferta formativa en optimizar y mejorar esas debilidades para convertirlas en fortalezas.
A modo de conclusión me gustaría señalar una vez más que no debemos de tomarnos la responsabilidad de la formación como una obligación mecánica sino como uno de los elementos más valiosos que la ley ha puesto en nuestras manos ya que los que nos ha facilitado es el control de las habilidades de nuestro personal.