El edificio fue cerrado pero a pesar de ello consiguió burlar el cerco y huir
Al Palacio de Justicia de Santa Cruz de Tenerife se le supone uno de los edificios más seguros de la capital tinerfeña. Sin embargo, en la mañana de ayer un delincuente consiguió llegar hasta la segunda planta, donde se ubica el despacho del presidente de la Audiencia Provincial y apoderarse del bolso de una funcionaria. Al percatarse esta de los hechos dio la voz de alarma, pero el caco consiguió burlar los distintos niveles de seguridad y probablemente, confundido entre el numeroso público que acude cada mañana, salir a la calle y huir.
Los hechos ocurrieron a media mañana cuando los gritos de una funcionaria activaban al servicio de seguridad privada. Un hombre, de mediana edad había conseguido llegar hasta uno de los despachos de la segunda planta y hacerse con un maletín. En su interior, entre otros efectos había un monedero. Inmediatamente, los vigilantes trataron de bloquear las salidas y filtrar a todo el personal que abandonaba las dependencias. Sin embargo, este sujeto, que vestía pantalones amarillos, fue más rápido que los buenos y consiguió abandonar el Palacio de Justicia.
Apoyo a la Guardia Civil
Los vigilantes solicitaron apoyo a los guardias civiles y policías nacionales que se encargan de custodiar a los reos que han de comparecer ante los órganos judiciales.
Este hecho y el ver a los agentes y miembros de la seguridad registrar diversas dependencias, entre ellas la azotea, hizo pensar que un delincuente había conseguido fugarse de los agentes de la Benemérita. Nada más lejos de la realidad. En este sentido, los funcionarios se han quejado en diversas ocasiones de la deficiente vigilancia del recinto, actualmente en manos de una empresa privada.
Así, en el año 2013 se denunció la desaparición de una sala de la segunda planta de un aparato de videoconferencia sin que, hasta la fecha se tenga constancia de su localización. Otro de los incidentes tuvo lugar en 2014 cuando un vigilante de seguridad tuvo que cerrar la única puerta de acceso, en funciones de juzgado de guardia para ayudar a la magistrada en cuestión a controlar a un denunciado, que mostraba una actitud un tanto violenta. Una vez consiguió el vigilante calmar los ánimos y dado que tenía que continuar con su trabajo en la puerta de acceso, optó por prestarle una emisora a la jueza para que, si se el iracundo ciudadano continuaba con el problema, alertar de inmediato al vigilante.