Un vigilante de seguridad de dos establecimientos de la misma cadena, uno situado en la calle Ramón y Cajal y otro en Altamira, fue condenado por sustraer una televisión y una videocámara y vendérselas a un policía, quien desconocía su procedencia ilícita. Cuando el agente se enteró de que lo habían despedido del trabajo, comunicó a sus superiores que le había adquirido los objetos al vigilante.
El procesado se declaró culpable de un delito continuado de hurto y aceptó ser condenado a seis meses de cárcel, que no cumplirá con la condición de que no vuelva a delinquir durante los dos próximos años. Además, deberá indemnizar a la empresa con 998 euros, que es el valor de los objetos que sustrajo. El juez tuvo en cuenta la agravante de abuso de confianza y la atenuante de dilaciones indebidas, pues cometió los hurtos en 2010 y el proceso judicial se retrasó por causas ajenas a él.
Para apoderarse de la televisión de 32 pulgadas, que costaba 499 euros, manipuló el sistema de seguridad de cierre de las puertas y lo inutilizó. Al estar desconectado, no se registró la apertura de puertas ni sonaron las alarmas. Además, desconectó las cámaras de seguridad.