El interrogatorio a los acusados de la empresa de seguridad privada Seguriber reconocen que no estaban en su puesto de trabajo mientras las avalanchas se producían en el Madrid Arena
El interrogatorio a los acusados de la empresa de seguridad privada Seguriber reconocen que no estaban en su puesto de trabajo mientras las avalanchas se producían. Una falsa alarma de incendios les obligó a dejar su responsabilidad durante más de media hora.
Dice el axioma sobre accidentes que lo que puede ir mal irá a peor. Y según los testimonios que la Audiencia Provincial de Madrid está recabando durante la vista oral de este caso todo fue de mal en peor aquella noche de Halloween de 2012.
Por lo pronto, el jefe de equipo de Seguriber, Raúl Monterde, ha manifestado que no supo hasta dos horas después de los primeros fallecimientos que había victimas mortales. A renglón seguido ha tenido que reconocer que, efectivamente, se encontró de bruces con un grupo de personas que les traía a una chica herida y en parada cardio-respiratoria.
De ahí la clara y meridiana contradicción en la que ha incurrido porque el mismo ayudó a transportar a la herida hasta la enfermería.
Su segundo en la cadena de mando, el acusado Roberto Mateos, era el responsable del centro de control de cámaras del recinto. Su puesto de trabajo era, por tanto, vigilar el desarrollo del evento a través de las 100 cámaras de circuito cerrado que había instaladas en ese recinto de propiedad municipal.
Sobre las 3:30 de la mañana, la hora a la que comienzan las avalanchas mortales, no había nadie en la sala de control. Y no lo hubo hasta 15 minutos después. A esa hora ya había dos víctimas en parada. De hecho, personal de mantenimiento llamó a la puerta del centro de control para pedir ayuda.
Mateos ha señalado que su ausencia fue motivada porque recibieron avisos de los detectores de incendios. Alguien los había pulsado sin razón y eso provocó que saliera de la sala para conocer que estaba pasando.