Los padres de una menor de edad han sido condenados a abonar 4.217 euros a la compañía Renfe por las pintadas con graffiti que su hija hizo en 2012 --tenía menos de 14 años--, en compañía de otras dos niñas, en varias máquinas de tren estacionadas en los talleres de Santander en septiembre de 2012.
Así consta en una sentencia de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Cantabria que desestima el recurso presentado por el padre de la menor --que estaba divorciado de la madre y que el día de los hechos le correspondía la custodia-- y que ratifica un fallo previo del Juzgado de Primera Instancia número 4 de Santander.
Según ambas sentencias, difundidas este jueves, los hechos ocurrieron el 16 de septiembre de 2012. Sobre las 18.15 horas, el vigilante de seguridad en los talleres de Renfe, ubicados en la calle Eduardo García del Río de la capital cántabra, se percató de que había unas menores las instalaciones. El agente procedió a retenerlas y avisar a la Policía Nacional al comprobar que cuatro máquinas de tren estaban pintadas con diversas palabras y cifras.
A las menores les ocuparon dos sprays, uno azul celeste y otro rojo vivo, colores que coincidían con los de las pintadas en los trenes. El daño total causado en las máquinas fue valorado en 11.469 euros por los peritos, la cuantía que solicitó la operadora ferroviaria, que sólo reclamó daños materiales y no el lucro cesante o moral.
Sin embargo, la sentencia -que aclara que los graffiti solo se pueden llevar a cabo en lugares autorizados por sus propietarios- solo condena a los padres de una menor al pago de 4.217 euros ya que la autoría de las pintadas se determinó en base a la prueba grafológica solicitada por Renfe.
De acuerdo con la misma, hay una serie de pintadas que "se pueden atribuir razonablemente" a una de las tres menores, mientras que no se practicó prueba alguna que acredite que el resto de los graffitis fueron hechos por las otras dos.
De este modo, no se puede extender a ellas -o a sus padres- la responsabilidad de las mismas, ya que "se desconoce su intervención en los hechos" y al no ser "suficiente" que acompañaran a la menor que sí realizó pintadas.
En concreto, la prueba pericial señala que tras comprobar las letras aparecidas en las máquinas y el cuerpo de escritura realizada por una de las menores se concluye que son suyas ocho pintadas, mientras que las demás no se le pueden atribuir por existir "notables diferencias" con su escritura.
Así, el precio de limpieza de las mismas sería de 324 euros, que se eleva a 4.217 por la pintura posterior de los trenes. Sobre este asunto, y en contra del argumento de algunos letrados de la defensa, los peritos explicaron que no basta con quitar con disolvente los graffitis, pues esto daña la pintura original, de modo que hay que volver a pintar la totalidad del vehículo.