El de Ben Gurion, en Tel Aviv, está considerado uno de los más seguros del mundo
El debate sobre la seguridad en los aeropuertos abierto por el atentado en Bruselas vuelve a avivarse tras el secuestro del avión de Egyptair que tomó tierra en Larnaca. Pini Schiff, exdirector de la seguridad del aeropuerto internacional de Ben Gurion, en Tel Aviv, no tardó en denunciar tras las explosiones en plena capital de la Unión Europea el «fallo colosal» de la seguridad belga y afirmó con rotundidad que existen «pocas opciones» de que algo parecido ocurra en Israel, cuyo aeropuerto internacional está considerado por los expertos como uno de los más seguros del mundo. «La amenaza a la que se enfrenta Europa es casi la mismo a la que se enfrenta Israel», señaló a la agencia AP Olivier Guitta, director general de la consultoría de seguridad GlobalStrat, para quien después de estos ataques «hemos entrado en una era en la que vamos a tener que cambiar nuestra forma de vida y tomarnos la seguridad muy en serio», algo con lo que conviven los israelíes desde hace décadas.
El primer puesto de control está en la carretera de acceso, en la que todos los vehículos pasan por una inspección visual
Viajar a Israel o desde Israel supone pasar por unos filtros de seguridad particulares y una serie de interrogatorios que sirven a los agentes de seguridad para valorar el grado de amenaza que supone cada viajero. La seguridad en Ben Gurion, un aeropuerto que superó los 15 millones de pasajeros en 2014, protege la terminal como una especie de enorme cebolla. Capa a capa hombres y mujeres de uniforme o paisano y cámaras de seguridad vigilan a cada viajero y sus acompañantes hasta que suben al avión.
El primer puesto de control está en la carretera de acceso, en la que todos los vehículos pasan por una inspección visual y en la mayoría de casos los vigilantes intercambian unas breves palabras sobre la nacionalidad de los viajeros y sus destinos. Una vez fuera del vehículo hay un segundo filtro aleatorio en la misma puerta de la terminal, conviene llevar siempre el pasaporte en la mano y estar listo para responder de nuevo a las preguntas de los agentes.
«Hay que ser paciente, esperar a las preguntas y responder con franqueza, sin buscar la confrontación, ni hacerse el gracioso. Ellos tienen tiempo, mientras que tú debes coger un avión. Cuanto más fácil se lo hagas a ellos, más fácil será para ti», aconsejaba el diario «Haaretz» en una serie de tres artículos destinados a informar sobre las medidas de control en un país donde «la seguridad reina de forma suprema porque no tiene otro remedio».
Del 1 al 6, el grado de peligrosidad
Aunque en 2014 se eliminaron los escáneres de equipaje previos a la facturación, las pasajeros deben pasar un tercer filtro antes de facturar. Es el momento para preguntas más personales sobre los lugares visitados durante la estancia en Tierra Santa o sobre quién ha preparado el equipaje porque «ha podido depositar una bomba», apuntan los agentes, en su mayoría jóvenes. De esta entrevista dependen los siguientes pasos ya que los agentes colocan en la parte trasera del pasaporte una pegatina amarilla con diez dígitos, «el primero de ellos marca del uno al seis el grado de peligrosidad», recoge Chris Weller en su artículo dedicado a la seguridad del aeropuerto israelí en «Business Insider», en el que apunta que el nivel máximo «parece reservado para palestinos, musulmanes y extranjeros considerados hostiles», un etiquetado «extremo, pero efectivo». Organizaciones de derechos humanos como ACRI, encargada de la defensa de los derechos civiles en Israel, califican de «discriminatorio» el trato que sufre la minoría árabe del país en Ben Gurion y ha denunciado la situación en repetidas ocasiones ante la justicia, la última a comienzos de este mes.
Si la puntuación es benévola el resto del proceso es similar ya al de cualquier otro aeropuerto. Se factura el equipaje, retira la tarjeta de embarque y se procede a un último control para las bolsas de mano y lo que uno lleve encima. Después llega control de pasaportes –en el aeropuerto ya no estampan el sello israelí en los documentos, se entrega en su lugar un papel que hace las veces de visado de entrada y salida- y de allí a la sala de espera antes de embarcar.
El proceso para los viajeros sospechosos va por un camino distinto e implica nuevos interrogatorios, cacheos integrales, revisión pormenorizada del equipaje, ordenadores personales y teléfonos… normalmente hasta apurar el tiempo de espera máximo antes de la salida. Entonces uno de los agentes acompaña directamente al viajero hasta el mismo asiento del avión.