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Una decena de jóvenes propinan una brutal paliza a dos vigilantes del metro.
La Nochebuena, con su banda sonora de discoteca para los que salen de fiesta y regada con alcohol, trajo una Navidad dolorosa para dos de los vigilantes del metro que tenían que trabajar en tan señalada fecha. Los guardas de seguridad – que ejercen en el interior de las instalaciones pero que no forman parte de la plantilla ya que el suburbano contrata con Prosegur este servicio-, sufrieron a primera hora de la mañana de ayer una brutal paliza en la estación de San Mamés.
Eran las 7.45 horas cuando los dos empleados fueron a mediar en una discusión entre un joven y una chica porque él «estaba comenzando a ponerse violento con ella».
La trifulca tenía lugar junto a las máquinas dispensadoras de los billetes. Abajo, en el andén -en la vía dos, en dirección a Bilbao-, charlaba un grupo de «una decena de jóvenes, de unos veintipico años y ajenos a la pareja a la que habían separado». Esta cuadrilla estaba esperando el metro para marcharse a casa tras la noche de juerga. «Debían tener ganas de lío. Oyeron el jaleo arriba y la tomaron con los vigilantes», explicó el delegado sindical a EL CORREO.
Los agresores subieron las escaleras, saltaron por las máquinas canceladoras y comenzaron a golpear a los vigilantes, que apenas tuvieron margen de maniobra, según denunciaron las víctimas. «Les dieron puñetazos en la cabeza, les tiraron al suelo y les siguieron propinando patadas por todo el cuerpo».
Los vigilantes de Prosegur, de baja médica, tuvieron que ser trasladados a la Intermutual, donde les atendieron. Además de varias contusiones, uno de ellos tiene la dentadura rota, y otro una luxación en el dedo, que le fue entablillado, y golpes en la cabeza. Los agresores salieron corriendo en dirección a Termibus.
La Ertzaintza ya trabaja en la identificación de los mismos. Tanto la Policía autónoma, ante la que han presentado sendas denuncias los vigilantes, como el personal de Metro Bilbao realizan el visionado de las cámaras de seguridad, que grabaron toda la escena, además de comprobar las cancelaciones de las tarjeta Barik cuando accedieron al suburbano.
Lo cierto es que los empleados del metro se enfrentan cada año a episodios violentos, insultos y amenazas, incluyendo actos de intimidación con armas blancas. En octubre del año pasado, sindicalistas, trabajadores y vigilantes se manifestaron, precisamente, frente a la estación de San Mamés en repulsa por las agresiones que sufren «cada vez más a menudo», después de que se produjeran dos ataques contra empleados en tan solo cinco días.
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