Dependientas y vigilantes de seguridad de las tiendas de Bilbao ya tienen “fichadas” a las bandas de delincuentes
La Navidad es la época en la que se disparan las ventas, pero también los hurtos en tiendas, supermercados y centros comerciales. Hasta un 40% más de robos se registran este mes. Los bolsos, teléfonos móviles, perfumes, maquillaje, calzado y ropa son los artículos preferidos por aquellos que prefieren no pasar por caja. Lo cierto es que los comercios ya prevén en sus gastos anuales las pérdidas por los productos que les desaparecen de sus tiendas. “Es una realidad con la que ya contamos y contra la que no podemos hacer gran cosa. El que quiere robar lo va a hacer y, además, sabe cómo hacerlo sorteando la vigilancia y el control del personal. Es el pan nuestro de cada día”, asegura la dependienta de una tienda textil, ubicada en la Gran Vía de Bilbao.
En los comercios de Bilbao los principales grupos que llevan a cabo un hurto son personas que se hacen pasar por clientes. Tal y como informó ayer DEIA, tres bandas de mujeres trabajan a diario por la zonas comerciales de la villa. Sus movimientos para hacerse con ropa, complementos o móviles son conocidos por dependientas, guardas de seguridad y responsables de tiendas situadas en la Gran Vía y el Casco Viejo, donde operan desde hace años. “Cuando vemos que son ellas nos mandamos entre los comercios ubicados alrededor un WhatsApp con sus fotos para avisarnos de que están en acción”, confiesa la dueña de una tienda de complementos de Colón de Larreategui. “Vienen de dos en dos y bien vestidas”, las describe.
Y es que aunque no existe un perfil definido para identificar a los posibles ladrones ni por edad, sexo, raza o el nivel social, sí hay algunos comportamientos que despiertan la alerta. Ejemplos son cuando un cliente pasa más tiempo mirando a los dependientes que comprando, o cuando estos parecen nerviosos y cogen prendas al azar, sin mostrar interés. También hay grupos, especialmente de jóvenes, que entran en la tienda llamando la atención. “Por la zona del Ensanche suelen venir dos mujeres. Entran juntas y se ponen a mirar sin ninguna intención de comprar, claro. Eso se nota. Hablan entre ellas, te miran y realizan movimientos raros”, relata la responsable de una tienda de ropa. Generalmente, según afirma la responsable del comercio trabajan juntas “porque de esa manera es más complicado pillarles”. El modus operandi lo describre así. “Mientras que una entretiene a la dependienta, la otra aprovecha para coger el bolso, los guantes o la cartera. Sale de la tienda y muchas veces suele haber otra persona fuera esperándoles a la que le pasan lo que han robado”, describe. Los movimientos los tienen bien estudiados. “Trabajan en grupo para, por si les coges, desahacerse del producto rápido. Es una forma eficaz de despistar”, afirman desde el sector.
COSTES Según un informe elaborado por la Asociación de Empresas de Gran Consumo (Aecoc), estos delitos le cuestan al comercio 1.600 millones al año. Los pequeños robos suponen al sector una media del 1,4% de su facturación y los hurtos pueden aumentar en el periodo navideño hasta el 40%. El 49% de la mercancía sustraída tiene un valor medio de entre 50 y 100 euros, tres de cada diez artículos se sitúan por debajo de 50 euros y el 21% entre 100 y 400 euros (cantidad a partir de la cual el hurto es considerado delito mayor).
“Los que se dedican a esto ya saben que si les pillan no les va a pasar nada, no van a ir a la cárcel. Yo retuve una vez a dos chicas que intentaron robar en la tienda y cuando llegó la Policía eran viejas conocidas”, explica la dependienta de una cadena textil catalana. “En aquella ocasión ni siquiera habían salido de la tienda con las tres prendas que habían intentado llevarse. No era la primera vez que lo hacían y estoy segura de que tampoco iba a ser la última”, asegura la dependienta.
Aunque en el caso de Bilbao son bandas organizadas las que cometen más hurtos, también hay ladrones habituales que delinquen solos. “En Bilbao hay grupos de profesionales, pero también hay clientes que se compran un abrigo, por el que paga 200 euros, y que, a la vez se lleva una camiseta porque le da la gana”, apunta otra dependienta de un comercio situado en la Gran Vía. Y prosigue: “¿Por qué lo hacen? No lo sé, quizás porque creen que se lo debes por haberse gastado tanto dinero en otra prenda”, dice.
También hay quien sin ningún reparo se pone a cargar la ropa en una bolsa de deporte con la tienda llena de gente. “Aquella vez alucinaba. Estaba cobrando en la caja y en un momento que me quedé sola miré hacia la puerta y vi a un chico llenando de ropa una bolsa de deporte. Me acerqué y le dije que lo dejara todo. Me hizo caso y se fue”, cuenta la dependienta.
Los inhibidores de frecuencia y las bolsas metalizadas para neutralizar la señal de las alarmas ubicadas en las puertas están a la orden del día. “Hemos encontrado bolsos y hasta carros de bebé forrados de papel metálico”, explica un vigilante de seguridad que ha trabajado en varios comercios de la villa. Otra dependienta que trabaja en una tienda del Casco Viejo apunta otra fórmula de actuación: “Ya vienen con su propio sistema para retirar las alarmas que cuelgan de las prendas. Entran en el probador, las quitan y se visten con las piezas. Para cuando te das cuenta ya se han marchado de la tienda. No sé ni las veces que me he encontrado alarmas colgadas en los percheros”, destaca.
Con la llegada del periodo navideño son numerosas las empresas que optan por reforzar su dispositivo de vigilancia, aunque la inversión más fuerte ya está hecha en la mayoría de los casos. Los circuitos cerrados y sistemas de videovigilancia se imponen no solo en las grandes cadenas, sino también en el pequeño comercio que intentan esquivar a los amantes de lo ajeno. “Es un apoyo muy importante, porque detecta movimientos sospechosos dentro y fuera de la tienda”, señala un responsable de una conocida firma con varios establecimientos en la villa. Sin embargo, hay empresas a las que les sale más caro contratar servicio de vigilancia que lo que van a perder con la ropa que les desaparece de las tiendas. “Ya lo tienen estudiado. La ropa que roban está asegurada”, concluyen.
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