Aunque la ley teóricamente ofrece muchas garantías, los trabajadores sienten que están dentro de un círculo vicioso sin salidas.
El mercado laboral español no funciona. Con un 27% de tasa de paro general, que sube hasta el 57% en el caso de los menores de los 30 años, esto no es ninguna novedad. Pero hay días en los que esta realidad se hace más presente que otros.
Por ejemplo, este lunes. Randstad, una de las agencias de colocación y búsqueda de empleo líder en Europa, publicaba algunos de los contenidos de su edición de primavera del Workmonitor. En concreto, se trata del capítulo monográfico que han dedicado a "las expectativas en el mercado laboral: jóvenes, personas mayores y trabajo temporal". Los medios han recogido rápidamente un llamativo titular: "El 62% de los españoles estaría dispuesto a rebajar su sueldo si eso les asegurara su puesto de trabajo".
En realidad, el estudio tenía mucho más. No había ninguna pregunta sobre legislación, contrato único o convenios colectivos. Se centraban en cómo ven su carrera laboral los españoles, desde un punto de vista personal. Y sin embargo, de las respuestas de los encuestados puede sacarse una imagen muy fiable de algunos de los males que nos aquejan, un círculo vicioso del que es muy complicado salir. Éstas son las más significativas:
"En mi país no hay seguridad (estabilidad) en el empleo": España (91%) – Media Internacional (69%)
"Estoy dispuesto a intercambiar una parte de mi sueldo si esto me asegura mi puesto de trabajo": Esp (62,3%) – Inter (38,7%). Ésta es la pregunta en la que existe una mayor diferencia entre lo que piensan los españoles y los trabajadores de otros países.
Creo que, para mí, "el trabajo temporal puede ser un trampolín hacia un trabajo estable": Esp (62%) – Inter (73%)
"Los jóvenes a menudo aceptan empleos por debajo de su nivel de formación": Esp (92%) – Inter (73%)
"Preferiría tener un trabajo temporal a no tener empleo": Esp (94%) – Inter (88%)
La encuesta no se queda ahí. También refleja las pocas posibilidades que jóvenes y mayores de 55 años tienen en España de encontrar un empleo. No es algo exclusivo de nuestro país, pero sí lo son las cifras: el 95% de los que respondieron creen que para una persona mayor es casi imposible volver al trabajo, un porcentaje que cae sólo ligeramente al 89% en el caso de que el demandante sea menor de 25 años.
La fotografía
A casi nadie sorprenderán estos resultados, que reflejan el sentir que puede escucharse a pie de calle, en miles de conversaciones informales cada día. Sin embargo, las respuestas también pueden interpretarse de otra manera. Porque son la expresión más clamorosa de las cifras que los expertos llevan analizando desde hace años. Pocos estudios, informes o análisis demuestran mejor las disfunciones de la legislación laboral española. Los términos técnicos nunca han estado mejor explicados. Eso sí, la fotografía que se puede sacar de este trabajo muestra una imagen muy preocupante:
- "Seguridad": en teoría, España tiene una de las normativas que ofrece más garantías a los trabajadores de Europa. Los sindicatos siempre han presumido del alto nivel de protección de los empleados. En algunos países del norte de Europa o en EEUU, el despido es prácticamente libre. El empresario puede tomar la decisión sin justificarse. Y la indemnización es mucho más baja que en nuestro país. El problema es cuando se analizan las cifras de paro. ¿Cómo puede ser que el país con más "seguridad" hacia sus trabajadores sea también el que más paro tiene?
La realidad es que esa protección se ve sólo en el papel. Sí, en teoría los indefinidos españoles tienen derecho a una indemnización de 45 días por año trabajado (33 desde la entrada en vigor de la reforma laboral). En la práctica, el 91% de los encuestados creen que no hay "seguridad" en su país. Por un lado, se olvida a menudo que lo importante no es tanto perder el empleo, sino ser capaz de encontrar otro. En Dinamarca, por ejemplo, la tasa de rotación es altísima y el paro muy reducido. Y el miedo entre la población a quedarse sin trabajo es mucho menor, porque saben que, si eso ocurre, encontrarán otro con rapidez.
- "Contratación indefinida": precisamente, el miedo a perder el empleo es tan grande, que los españoles están dispuestos a reducirse su sueldo con tal de tener un contrato fijo. El 62% del que hablábamos al principio del artículo demuestra que lo más importante es tener un contrato indefinido. Y eso tiene su coste. La capacidad de negociación con el empresario es mucho menor. Éste tiene algo que el trabajador ansía tanto, que admitirá sin problemas un salario más bajo. Vamos, que el supuesto derecho acaba volviéndose en su contra.
- "Temporalidad y dualidad": el mercado español esconde tras este término técnico (dualidad) su mayor tragedia. El elevado número de trabajadores temporales podría explicarse por las características de una economía muy centrada en los servicios. El problema es que no quieren ser temporales. Pero no pueden hacer otra cosa. Por eso, sólo el 62% cree que este tipo de contratos les servirá "de trampolín" hacia un trabajo estable.
En cierto sentido es lógico. Si tener un trabajador fijo puede ser oneroso, los empresarios se lo piensan mucho a la hora de firmar este tipo de contratos. Mientras, en el resto de Europa el empleo temporal es o bien para cubrir una necesidad real temporal o bien una especie de período de prueba antes de consolidarse en la empresa.
- "Carrera profesional": y esto tiene relación con la siguiente pregunta, que nos dice que los jóvenes españoles están mucho más dispuestos a aceptar empleos "por debajo de su nivel de formación" que sus pares europeos. Y no es algo que se restrinja a los veinteañeros. Los estudios muestran que el nivel de rotación en el empleo entre los trabajadores fijos es mucho menor que en los países más ricos de la UE. Normal, nadie quiere dejar su trabajo, porque no sólo tiene la incertidumbre sobre su nuevo empleo, sino que además pierde el derecho a la indemnización y la protección que ésta implica. Las carreras profesionales de los españoles están mediatizadas (y para mal) por una legislación que limita su ambición y sus ganas de mejora.
- "Productividad": al final, el mayor problema es que todo esto acaba teniendo un reflejo en la riqueza del país. Seis millones de personas en paro son un enorme boquete, adultos sanos que podrían producir y no tienen la posibilidad de hacerlo. Pero, además, la normativa laboral también influye en el día a día de cada compañía.
Las decisiones no se toman por la productividad de los trabajadores, sino por su estatus. Es muy probable que un empresario que tenga que despedir al 10% de su plantilla por una caída de las ventas, escoja a los que le salen más barato, no a los menos productivos. Y desde el otro punto de vista, un empleado indefinido tendrá muchos menos incentivos para dar el máximo. Saben que están mucho más protegidos que su compañero de mesa. Al final, lo que se resiente es la competitividad de la empresa y la del país.
Luego, cuando se publican las cifras de paro o crecimiento del PIB parecen como una maldición bíblica. Una plaga aparecida de la nada. O se buscan explicaciones sesudas en los informes de los especialistas. En los comentarios a pie de calle, como los de esta encuesta, quizás se escondan muchas de estas respuestas.