23 de abril de 2016

Arde un furgón de transporte de dinero en el centro de Avilés

Los ocupantes inhalaron humo pero no precisaron atención médica Un motorista, herido en un choque en Los Canapés
T. C. Los ocupantes de un furgón blindado dedicado al transporte de dinero y objetos de alto valor vivieron ayer momentos de tensión al ver salir llamas del compartimento del motor cuando circulaban por la calle Fernando Morán, en la confluencia con la calle Juan XXIII. Según testigos, los agentes de seguridad tuvieron dificultades para salir del vehícuo y, como consecuencia de ello, inhalaron humo, aunque no precisaron atención médica. La mercancía que llevaba el furgón no sufrió daños.
Los hechos sucedieron sobre las once de la mañana y el fuego fue fortuito, según las primeras investigaciones. Todo apunta a un problema mecánico en el motor. Al lugar acudieron cinco bomberos con los vehículos de primera salida urbana, multisocorro y la autoescalera, aunque tardaron en llegar porque todos los efectivos de la base de Avilés estaban participando en un simulacro en la empresa Du Pont, según pudo saber este periódico. El fuego quedó extinguido a las 11.33 horas, comunicó el Servicio de Emergencias de Asturias. A la zona también acudieron agentes de la Policía Local y una ambulancia.
El accidente del furgón blindado provocó retenciones en el tráfico, ya que uno de los carriles de la calle Fernando Morán quedó inutilizado hasta una hora más tarde, cuando una grúa se llevó el vehículo siniestrado.

Cinco minutos dramáticos y sin bomberos
Los vigilantes que viajaban junto al dinero vivieron momentos de angustia al averiarse el mecanismo de apertura de puertas
Un incendio en un furgón blindado pone en peligro a dos de sus ocupantes mientras que todos los efectivos de servicio en el parque de Avilés estaban de visita en la planta de DuPont, en Carreño
El incendio de un furgón blindado puso ayer en peligro la vida de dos de sus tres ocupantes y en evidencia la escasez de efectivos que padece el Parque de Bomberos de Avilés. Afortunadamente todo quedó en un susto, sin más daños que los materiales, únicamente en el vehículo. El fuego, de origen eléctrico, en el motor, se declaró minutos antes de las once de la mañana cuando el furgón, de una empresa de seguridad privada, circulaba por la calle de Fernando Morán sentido descendente, a la altura del entronque con Juan XXIII.
El conductor salió del vehículo sin problemas, pero sus dos compañeros se vieron atrapados en la parte posterior, donde viajaban custodiando el dinero, como es preceptivo, un habitáculo independiente que solo se puede abrir desde el exterior mediante un sistema eléctrico que, dado el origen del incendio, no funcionó.
En ese momento no había bomberos de servicio en Avilés. Ni uno. Los cinco que formaban el turno de guardia estaban en Carreño, en DuPont, una visita programada con el fin de familiarizarse con la planta de cara a una hipotética actuación. Son catorce kilómetros, veinte minutos de viaje en el mejor de los casos, demasiado tiempo para los vigilantes atrapados en el cajón de furgón. Los dos extintores que vació el conductor no surgieron efecto, el fuego iba a más y el humo comenzaba a colarse en el interior de tan reducido espacio.
Los bomberos tardaron veinte minutos en llegar al lugar del siniestro, 
quince más del trayecto más rápido desde la base
La tragedia no se consumó gracias al temple y a la habilidad de uno de ellos, que con la ayuda de un destornillador consiguió abrir desde dentro, mecánicamente, una de las puertas del vehículo.
«Lo pasamos mal, fueron tres o cuatro minutos angustiosos, pero estamos bien», declararon aún con el susto metido en el cuerpo. Los bomberos, que llegaron un tiempo después, sofocaron el incendio sin mayores problemas y el dinero, una cantidad «importante», no se quemó. Era la pregunta que hacían la mayoría de los curiosos que se arremolinaron en torno al furgón, desconocedores de la dramática situación que vivieron sus ocupantes.
No es la primera vez que Avilés se queda unas horas sin bomberos. Sin ir más lejos paso hace dos semanas, cuando la dotación de servicio, también de cinco, se tuvo que desplazar a Aboño, a unos 21 kilómetros , como refuerzo ante una emergencia. Sucede con cierta frecuencia, aunque no en todas el parque de Avilés se queda completamente desierto. Unas veces permanecen dos o tres bomberos y otras tales ausencias se cubren con efectivos que a su vez se desplazan de otros parques más o menos próximos, como el de Pravia. Depende de la disponibilidad.
La estrechez de bomberos que padece el parque avilesino y las posibles consecuencias han sido denunciadas una y otra vez por la plantilla, con advertencia expresa de que podía pasar lo que pasó ayer. Del parque a la céntrica calle de Fernando Morán, lugar del incendio, hay menos de cinco minutos, por lo que de estar allí habrían tenido tiempo para llegar, rescatar a los vigilantes atrapados y sofocar el incendio. A fin de cuentas la situación tampoco era de las peores que se pueden dar en una comarca como la de Avilés, en la que se asienta industria pesada y potencialmente peligrosa, además de un puerto, un aeropuerto y una red ferroviaria por lo que viajan personas y mercancías. Es cierto que cuentan con sus propias dotaciones de bomberos en algunos casos, pero también lo es que en la mayoría de las situaciones en las que se enciende la luz roja precisan el refuerzo del parque de Avilés.
Está formado por treinta efectivos con los que se forman dos turnos de siete y otros dos de ocho. Eso es la teoría. La realidad es que entre descansos y vacaciones muy rara vez hay más de cinco, número que con bastante frecuencia se reduce a cuatro y en ocasiones, si hay bajas, a tres. Realizan cerca de mil salidas al año, unas tres diarias, y en algunas ocasiones tienen que reforzar a otras dotaciones, como sucedió hace dos semanas en Aboño o en el incendio que devoró una casa en Oviedo y costó la vida de un compañero.
Los bomberos de Avilés sostienen que cuentan con la ratio de efectivos más baja de Asturias y con una de las más bajas de España, pese a que el mapa de riesgo pone los pelos de punta. A modo de comparación, afirman que en Pravia los turnos son de tres y que en Cangas de Onís la plantilla es de veintiséis, solo cuatro menos que en Avilés, pese a que, si bien se trata de una zona forestal, es un municipio mucho menos poblado que carece de industria pesada e instalaciones portuarias y aeroportuarias. Al margen del número, también apuntan a la media de edad, bastante elevada. De los cinco bomberos que había ayer en servicio, tres superaban los cincuenta años y los otros dos tenían más de cuarenta.

Fuera de horario
Los bomberos ven con muy buenos ojos realizar visitas como la que ayer giraron a las instalaciones de DuPont. Es más, dicen que son necesarias, pero piden que se cubran con personal que no esté de servicio para así mantener un número mínimamente razonables de efectivos disponibles para intervenir ante una emergencia. El problema, apuntan, es que entonces tendrían que cobrar horas extras, y el Principado no parece estar por la labor de pagarlas.
Como casi todos los de Asturias, el parque de Avilés depende desde hace años del 112. El servicio se regula mediante convenios con los ayuntamientos, que pagan una cantidad proporcional al número de efectivos de su parque. Si pagan más hay más, y el de Avilés contempla 32, si bien en realidad hay 30 disponibles. Cuando era municipal, los turnos eran de siete u ocho, aseguran los bomberos más veteranos.
El Ayuntamiento conoce la situación. En los últimos años se han presentado mociones solicitando que se refuerce el parque de bomberos, pero ninguna de ellas llegó a ser debatida.