La sucesión de robos en las últimas semanas en viviendas de varias urbanizaciones de la capital y el alfoz y también en muchos pueblos de la provincia ha generalizado la alarma social y la sensación de inseguridad. Y eso hasta el punto de que el hartazgo por esta situación ha llevado a los propietarios de los chalés —217 de los 306 que hay, lo que da una idea de la extensión del problema— a asociarse para buscar soluciones desde la iniciativa privada.
La Asociación Vecinal Eras Norte ha dado un paso sin precedentes como barrio al constituirse como tal con el primer objetivo de contratar vigilancia privada para garantizarse un cierto grado de seguridad ante la oleada de robos que vienen sucediéndose desde el otoño, pero que se intensificó durante las celebraciones festivas de las últimas semanas con continuos robos, asaltos, saqueos y desvalijamientos de sus viviendas a cargo de bandas perfectamente organizadas, que desarrollan métodos de máxima eficacia y que previamente se garantizan la información necesaria sobre sus objetivos y la oportunidad de sus actuaciones, sin medida de la violencia y de los destrozos que puedan causar.
La certeza de que se sienten permanentemente observados por los asaltantes generaliza la inquietud por la inseguridad personal, de la familia y de sus bienes y la de exposición permanente al peligro, y acrecienta el temor por la impotencia y la indefensión ante el delito. Es evidente que el paso dado hacia la contratación de seguridad privada no supone una garantía absoluta, como tampoco la necesaria intensificación de la vigilancia policial. Hay algo más que tiene que cambiar y no sólo desde el punto de vista policial, sino también desde el marco legal y la exasperante sensación de impunidad judicial para quienes, cada día más, sobreviven del daño que causan a los demás.