17 de junio de 2016

Escoltas de mujeres maltratadas dicen que su “gran carga de trabajo” afecta a la seguridad de las protegidas

Denuncian que, a veces, trabajan más de 16 horas diarias de lunes a domingo y la empresa no les respeta los descansos
Afirman que la fatiga por sus “jornadas interminables” afecta a su concentración
“Después de estar 18 horas de escolta estoy muy cansado, se me cierran los ojos. Es una situación desesperada”
Denuncian que, a veces, trabajan más de 16 horas diarias de lunes a domingo y la empresa no les respeta los descansos
 - Jornadas laborales de 16 horas que se encadenan una tras otra, de lunes a domingo. Los interminables días trabajando acaban por minar sus fuerzas y, en consecuencia, repercute en la constante atención que deben prestar a la mujer que protegen. Su fatiga puede provocar que bajen la guardia y que el agresor consiga atacarla. Este es el panorama que describen tres guardaespaldas contratados por la empresa Garda, que en 2014 se hizo con el concurso público convocado por el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco para dar protección a víctimas de la violencia de género en Gipuzkoa y Bizkaia.
Hasta ese momento trabajaban para la compañía Ombuds, que realizaba tareas de protección de personas amenazadas por ETA. Tras el cese de los atentados, el Ejecutivo vasco decidió enfocar las tareas de protección hacia mujeres maltratadas. Garda se adjudicó esta labor y contrató mediante subrogación a los empleados de Ombuds, pero, según denuncian estos últimos, sus condiciones laborales se han desplomado desde el punto de vista social y económico.
Los guardaespaldas Javier, Gorka y Víctor -nombres ficticios- denuncian que la empresa incumple reiteradamente el convenio laboral, como se constata en las nueve infracciones denunciadas en Bizkaia por la Inspección de Trabajo con multas por un importe de 37.600 euros. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha solicitado el punto de vista de Garda, sin que ningún responsable haya hecho declaraciones al respecto.
Gorka explica que, según el convenio, les corresponde un día y medio de descanso por semana laboral y jornadas con un máximo de diez horas. Sin embargo, este escolta afirma que la compañía de seguridad no les da descanso y tampoco respeta las 12 horas que deben transcurrir entre un servicio y el siguiente. “Estamos a disposición de la empresa. Nos obliga a trabajar las 24 horas porque tenemos que estar pendientes del teléfono en todo momento. Luego, escoltando a la mujer, hay veces que no recibimos el relevo de otro compañero y nos podemos pasar hasta 18 horas seguidas de vigilancia. Es una gran carga de trabajo”, protesta Gorka, quien agrega que tampoco les pagan por las innumerables horas extra trabajadas.
Su compañero Víctor añade que, con esta dinámica laboral, ni saben cuándo van a empezar ni cuánto va a durar su turno de vigilancia. Además, en sus escasas horas de asueto, no pueden alejarse de la mujer escoltada porque pueden llamarles en cualquier momento. “Hacen lo que quieren con nosotros”, sentencia Víctor.
Esta situación deriva en unas condiciones físicas y mentales poco adecuadas para ejercer las labores de vigilancia. “Después de estar más de 18 horas escoltando a una mujer maltratada estoy muy cansado, se me cierran los ojos. No saben cómo vivimos, es una situación desesperada”, describe Javier, quien el pasado sábado trabajó ese número de horas.
Su compañero Gorka subraya que las jornadas laborales son “interminables”, de forma que, en ocasiones, desarrolla su labor “completamente agotado”. “Hay veces que ni veo. No soy capaz de hacer nada. Por suerte, hasta ahora no ha ocurrido ninguna desgracia. Pero no llevo un palo, llevo una pistola”, manifiesta Gorka.
Con este panorama, los trabajadores han elevado una veintena de denuncias ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), que les ha dado la razón, si bien la empresa ha recurrido todas ellas ante el Tribunal Supremo y están pendientes de veredicto.
Los tres escoltas concluyen que sus condiciones laborales han caído en los dos últimos años en ingresos y en dedicación. “Antes trabajábamos 22 días al mes un máximo de 10 horas diarias y ganábamos unos 2.000 euros netos. Ahora podemos trabajar, por poner un ejemplo, 28 días durante más de 10 horas y cobramos unos 1.330 euros con las pagas extra prorrateadas y sin que nos paguen las horas extra”, protesta Víctor.
Los guardaespaldas opinan que en el concurso para adjudicar el servicio de vigilancia a mujeres maltratadas, “Garda pujó a la baja” para hacerse con el trabajo y, ahora, lo compensa ahorrando costes con el personal. “Va en detrimento de la calidad laboral. Lo único que les importa es hacer caja. A la empresa le da lo mismo mientras facture”, expone Gorka.
Por ello, los escoltas se concentrarán el lunes ante la comisaría de la Ertzaintza de Erandio, donde harán públicas sus reivindicaciones. “Dicen que la violencia de género hay que cuidarla, pero luego nos pegan una patada en el culo”, asevera Víctor.