En la provincia se estima que más de un centenar de estos profesionales desarrollan esta actividad
Los propietarios de fincas y cooperativas están recurriendo cada vez con más frecuencia a la figura de los Guardas Rurales para vigilar sus tierras y producciones. El motivo son los repuntes de los robos y los daños que causan en las explotaciones. Se trata de una figura perteneciente a la seguridad privada que ejerce funciones de vigilancia y protección de las fincas, cotos de caza y guardapescas marítimos. En la provincia se estima que más de un centenar de estos profesionales están actualmente desarrollando esta actividad.
Según el secretario de la Asociación Nacional de Guardas Rurales (ANAGUR) y delegado del colectivo en Málaga, Víctor Villalobos, la formación de los guardas es cada vez mayor. No obstante, Villalobos se queja de que existe un gran problema de intrusismo, ya que es frecuente que los dueños de las fincas contraten a personas que no cuentan con la habilitación exigida por el Ministerio del Interior y cuyas pruebas realiza la Guardia Civil.
En la actualidad los sectores que más recurren en el campo malagueño a la figura del guarda rural es el olivar. Según el delegado de Anagur, también hay ayuntamientos de la provincia que incluso contratan esta figura en celebraciones como las romerías o para ejercer funciones de vigilancia en vertidos incontrolados de residuos en caminos, veredas o cauces de ríos y arroyos.
Cuando los precios del frutos como el limón son elevados, recurrir a la seguridad privada compensa. Al menos, así lo asegura Matías Flores, de Tana, empresa que debido a la situación por la que está atravesando el sector de los cítricos como consecuencia de los altos precios en origen lleva tiempo recurriendo a la seguridad privada como vía para combatir los hurtos.